Hoy mi columna de opinión va en clave de femenino. Cualquiera que vea la clasificación pensará que este equipo es un desastre. Cualquiera que únicamente se fije en los resultados dirá que el Rayo va a descender este año. Cualquiera que no haya visto al equipo o no haya seguido lo que venimos contando en este medio pensará que el Rayo Femenino no tiene ninguna opción este año.
Yo voy a ser positivo. Yo creo en el Rayo, sigo creyendo en el Rayo. Es cierto que tiene muchas cosas que mejorar, muchos detalles que pulir y muchas cuestiones que ajustar. Es cierto que tiene que mejorar defensivamente para evitar ir a remolque y también lo es que tiene que acertar ofensivamente para no sufrir tanto.
Pero hay algo que es incuestionable en este equipo y es su corazón, su raza, su espíritu de lucha. Este Rayo me representa porque nunca se rinde. Este Rayo me gusta porque siempre pelea. Ha habido decepción por el resultado y por la impotencia de un nuevo partido que se escapaba, pero hoy esa sensación se transforma en rabia y en ganas de seguir trabajando para mejorar.
Este es el espíritu de un equipo que no se va a rendir, que no se va a dejar vencer por las adversidades y que seguirá plantando cara a todos: al de dentro, para que sepa lo que significa ser del Rayo y a los de fuera, para que dejen de crucificar a un equipo que año tras año pelea en inferioridad de condiciones respecto al resto de competidores. Este Rayo nunca se rinde. Estamos a muerte con ellas.