Casi 130 minutos de partido y 10 penalties tuvieron que pasar para que el Rayo Vallecano, el conjunto revelación de la temporada 2021/2022, pudiera eliminar al modesto pero correoso Guijuelo de Tercera RFEF. El equipo salmantino hizo sus deberes y su planteamiento táctico le salió a la perfección. Si a eso le sumamos una excesiva relajación de la plantilla franjirroja, el resultado estaba claro. El cuadro entrenado por Andoni Iraola bordeó la eliminación resistiendo 45 minutos con un jugador menos y sentenciando desde los 11 metros. Sin sufrimiento no hay gloria.

Empezó el Rayo queriendo avasallar a su rival. Poniéndose en modo rodillo. Una apisonadora de fútbol que tenía en Bebé y Pozo a sus principales protagonistas. El portugués era una pesadilla para el Guijuelo. Con su velocidad y su hiperactividad puso en jaque a toda la defensa charra. El gol era cuestión de tiempo. Y tardó menos de 5 minutos en llegar. Los que tardó Pozo en embocar la tercera oportunidad clara de los franjirrojos en un arranque eléctrico. Parecía que iba a ser todo un camino de rosas.

Nada más lejos de la realidad. Lejos de anestesiar a los salmantinos, el gol durmió en los laureles a los de Vallecas. Avisaron los verdes hasta en dos ocasiones. Como un buen anfitrión que te avisa de que pese a que te lo estés pasando en grande, la fiesta se celebraba en su casa. Estar en Tercera RFEF no te hace inferior a partido único. Sólo más pequeño y humilde. Pero también sabe morder como demostró Toti en un mano a mano con Zidane al que le colocó el balón al palo largo haciendo inútil su estirada.

Con el empate el dominio volvió a ser vallecano. Y las oportunidades. Un rosario en las botas de Qasmi, Kevin Rodríguez y Andrés Martín cuyo remate se topó con el larguero tras meter Johan una mano casi imposible. Los rayistas eran mejores en el cómputo global pero el Guijuelo no se echaba atrás buscando ahogar la salida de balón de un Santi Comesaña y un Unai López que no tuvieron su día.

El descanso fue el único momento en el que Bebé dejó de correr y en el que las aficiones de Rayo Vallecano y Guijuelo dejaron de animar. Tocaba reponer fuerzas para seguir disfrutando de esta Copa. Fútbol pata negra. Todo ello pese a que la segunda parte no se pareció ni en una décima parte al espectáculo vivido en la primera. Menguaron las ocasiones, apenas Bebé y Qasmi llevaban peligro para los visitantes y Alvarito para los locales, pero no la emoción.

Y más cuando Kevin Rodrigues se autoexpulsaba en apenas un minuto con dos faltas sin sentido y sendas tarjetas amarillas. Para entonces el tembleque de piernas del rayismo ya era notable. Había que resistir 12 minutos más el añadido. Y no fue sencillo porque los charros ya soñaban con hacer la machada y eliminar a un primera división.

El sonido del silbato del colegiado dió al Rayo Vallecano media hora más para reorganizar sus ideas y buscar la victoria. Estuvo a punto de lograrlo Sergi Guardiola a los 3 minutos de la primera parte de la prórroga. Lo inexplicable fue que el 1-2 no subiera al marcador. Al igual que le pasó a Qasmi en la primera mitad, la falta de gol castigaba a los franjirrojos.

El Guijuelo jugaba todas sus opciones a llegar a la tanda de penalties y para ello siguió apretando, siguió mordiendo, siguió juntando sus líneas haciendo inútil el dominio estéril del balón de los vallecanos. La eliminatoria se decidiría desde los 11 metros.

La tanda de penalties fue un reflejo del partido: un Guijuelo nervioso que falló el primer disparo y un Mario Suárez demasiado fallón que erró el suyo devolviendo la esperanza a los locales. Y nada hay más peligroso que un equipo con convencimiento en lo que hace y fe para lograrlo. No volveríamos a ver un penalti fallado hasta que Luca Zidane se calzó los guantes de gato en el noveno de la tanda para brindarle a Sergi Guardiola la gloria del décimo penalti que nos llevará al bombo de este viernes 3 de diciembre.

Partido duro para los de Iraola que deberán hacer autocrítica. Porque hasta el mejor escribano echa un borrón.