Si alguien esperaba que el Betis fuera un rodillo y el Rayo Vallecano claudicara ante la superioridad verdiblanca es que no conoce Vallecas y a sus futbolistas. Gente de otra pasta. Capaz de aguantar estoicamente las situaciones más duras y luchar hasta la última gota de sangre. Los franjirrojos salieron a un Benito Villamarín abarrotado y enchufado sin complejos. Conscientes de que si hacían su partido podían sacar petróleo en forma de final de Copa del Rey. Poca broma al precio al que está la gasolina...

Iraola puso en liza a su once de gala con ligeras modificaciones para poner algo de oxígeno a las piernas de los futbolistas. Mario Suárez volvía al centro de la zaga como contra el Madrid para acompañar a Catena y Ciss sentaba a Comesaña que lo ha jugado casi todo esta temporada. Isi volvía a la titularidad con Bebé esperando su turno en el banquillo para dedicarnos ese gol que nos había prometido en En Clave de Franja en Pasión por el Rayo Radio. Lo hizo. O eso nos pareció. De todas formas en semejante golazo pueden caber más de una dedicatoria. No nos importa compartir (o colarnos si no iba por nosotros xD).

Los dos equipos salieron al terreno de juego dispuestos a ir a por el partido. Los de Vallecas solo conseguían acercarse tímidamente con un Sergi Guardiola tremendamente combativo que lo intentó de todas las maneras posibles. Pero iba a ser el equipo de las trece barras el primero en llevar el uy a unas gradas con el ambiente de las grandes citas (parece ser que a la gente no le importa jugar contra el Madrid o el Barcelona sino meterse en la final de una competición). El cabezado de William José obligó a Luca Zidane a estirarse a su palo derecho en un balón que se fue envenenando.

No se amilanaron los rayistas que percutían por las bandas de Álvaro García e Isi que tuvieron las mejores para los franjirrojos antes del ecuador del partido. A esas alturas, el Betis ya sabía que el Rayo no iba a ser un hueso fácil de roer. Pellegrini y Andoni Iraola se desgañitaban en la banda ajustando a sus pupilos conscientes de que la partida táctica se iba a disputar en la zona ancha. Las imprecisiones de unos y otros (sorprendentes las de Trejo) animaban a la grada pero no se traducían en ocasiones claras. Empate sobre el tablero del ajedrez. Tablas en el marcador al descanso.

Al regreso de vestuarios el Rayo Vallecano iba a sorprender con una jugada propia de la Super Bowl. Desmarque de ruptura de Mario Suárez. Nuestro quarterback Catena lanzaba a la carrera de Álvaro García que sorprendia por el carril izquierdo aunque su pase atrás se iba a quedar corto. Ciss, en cambio, se pasaría de fuerzas en un remate desde la frontal que se fue muy alto. Merodeaban los franjirrojos el área rival sin hacer daño. Acechaban sabedores de que el tiempo se acababa y había que quemar las naves. Iraola movió el banquillo dando entrada a Nteka y Santi por Isi y Pathé Ciss. Y poco después a Bebé y Sylla por Sergi Guardiola y Mario Suárez. Defensa de 3 en ataque y a buscar el golpeo de larga distancia del portugués.

Fue llegar y besar el santo: zapatazo desde 30 metros con folha seca y explosión de júbilo del rayismo. Vallecas gritó como solo el Tamudazo había logrado (o casi). El silencio se hizo en Sevilla salvo en el sector donde estaban los 400 desplazados. Eliminatoria igualada. Era el momento de parar el partido, dejar correr el cronómetro y jugártela en la prórroga o los penalties. Pero el Betis tenía otros planes. Y no es que el Rayo diera un paso atrás sino que el rival también suele tener algo que decir. Fekir ya estuvo a punto de lograr la igualada pero Balliu se erigió en salvador rayista justo sobre la cal.

Pero ni siquiera los superhéroes se libran del azar. La carambola del empate tras tocar en 3 jugadores después del remate de Canales le costó una final al Rayo Vallecano. El destino era cruel con el humilde y sonreía al poderoso. El Betis generó más, sí. Pero el Rayo se dejó en el césped todo lo que tenía. Demasiado castigo para un equipo que solo aspiraba a entrar por primera vez en sus 98 años de vida en una final y darle una alegría a esa gente que tras 1070 kilómetros hoy ha madrugado para ir al trabajo con la sensación de que, hoy más que nunca, está muy orgulloso de ser del Rayo Vallecano.