Pensó Iraola que para qué tocar nada si el resultado había sido óptimo. Con esta idea se plantó en campo del Espanyol tirando del mismo once que una semana antes había maniatado al F.C. Barcelona en el Camp Nou. Los mimbres eran los mismos, pero el inicio de partido no se pareció mucho. 

En los primeros diez minutos de juego, el fútbol se desplegó por completo en territorio defensivo rayista. No había atisbo de presión alta, ni de recuperaciones para salir corriendo, ni manejo de balón. El Espanyol entró al choque más enchufado que un Rayo que venía con las buenas sensaciones del empate ante el Barsa y tuvo sus opciones para adelantarse en el marcador.

Tras varios acercamientos al área de Dimitrievski, Sergio Gómez remató de cabeza un golpe franco que terminaba rozando el poste. Primer aviso del Espanyol, que seguía anulando por completo al Rayo.

Las cosas iban mal para el equipo vallecano, pero todo se iba a complicar mucho más tras dos acciones inocentes y absurdas de Lejeune. Primero con un agarrón y después sacando a pasear el brazo, Lejeune dejaba a los franjirrojos con uno menos. Tocaba recomponer el equipo y el primer paso fue retrasar a Ciss a la posición de central mientras se buscaba la solución definitiva mirando al banquillo.

El partido era feo. El Espanyol no era capaz de inquietar con criterio al Rayo y el Rayo bastante tenía con sobrevivir. Al ecuador de la primera mitad, Dimitrievski veía cartulina amarilla por pérdida de tiempo, toda una declaración de intenciones en un partido espeso de los nuestros.

Pero el fútbol tiene lo imprevisible como uno de sus encantos. Quizá esa sea una de las razones por las que tanto gusta. Cuando peor pintaban las cosas, los acontecimientos iban a dar un giro totalmente inesperado. Primero con la expulsión inocente pero justa de Sergi Gómez tras golpear con el brazo a Camello. Las fuerzas se igualaban, Iraola había acertado colocando a Ciss en el puesto de central y el Rayo, ya con igualdad de condiciones, empezó a tener protagonismo.

Entonces, de repente, y casi de la nada, llegó la magia de Isi Palazón. En un lanzamiento de falta el murciano iba a tirar de precisión y calidad para rematar junto al palo para adelantar al Rayo. Golazo de Isi y, en un partido que había empezado muy mal, el Rayo se ponía por delante.

La segunda mitad arrancó de manera diferente a lo vivido en la primera, mostrando la inercia del final de los primeros cuarenta y cinco minutos. El Rayo se pareció al Rayo y poco a poco empezó a crecer en el partido, obligando además a que su rival arriesgara yéndose más arriba en la presión. Los vallecanos se defendían con orden ante el desordenado ataque de un Espanyol que no quería que el partido muriera en el tempo que quería marcar el Rayo.

Faltaba media hora para que acabara el partido y entonces apareció otro de los hombres importantes de este Rayo: Alvaro García. Una jugada del extremo con pase al corazón del área pequeña iba a permitir la llegada de Catena primero, que no pudo rematar, y de Pathé Ciss después, para rematar a placer y hacer el 0-2. El partido ya había entrado en otra dimensión, en aquella en la que el Rayo se siente cómodo, tranquilo, maneja el ritmo, hace su juego, se defiende con orden y ataque con intención.

Aún así, Expósito quiso poner algo de picante al tramo final de partido pero su disparo de larguísima distancia se iba a estrellar con violencia en el poste de la portería de Dimitrievski, que se había lanzado bien para intentar evitar lo que finalmente no se produjo. Quedaban veinte minutos y el Espanyol tenía como objetivo meterse de nuevo en el partido.

Para el tramo final, Iraola confió en Falcao para dar descanso a Camello en la punta de ataque, sumándose de esta manera a un partido en el que ya habían aparecido desde mucho antes tanto Oscar Valentín, para aguantar al equipo en el centro del campo, como Salvi Sánchez para intentar hacer las diabluras de Isi (tarea complicada). Del extremo iba a llegar la mejor ocasión de Falcao. Un pase al espacio iba a permitir al colombiano intentar superar por alto al portero del Espanyol. La jugada acabó en nada, pero bien mereció algo más de premio.

Los intentos finales del Espanyol iban a seguir en la misma línea de todo el partido. Poca precisión de los 'pericos', que volvieron a toparse con la madera dos veces más, y buen trabajo de un Rayo que, un año más, y es el segundo consecutivo, se lleva los tres puntos de Cornellá.

Gran inicio de temporada de un Rayo que fue de menos a más y que consiguió ganar con oficio y solvencia.