Opinión. Hacía tiempo que veníamos reclamando esto. Hacía tiempo que esperábamos vivir uno de los mejores ambientes del fútbol español. La casualidad, o más bien el capricho de Tebas y los suyos, hizo que fuera en lunes, pero ni por esas. El Templo de los sueños vallecano rugió en una de las noches más mágicas de los últimos tiempos. El Matagigantes ha vuelto y, con él, la mejor afición del mundo, como grita a los cuatro vientos el 'speaker' del estadio.

No hay lugar como Vallecas cuando miles de corazones laten al mismo ritmo. Así es este Rayo, puro sentimiento, puro corazón. Hace década y media, cuando decidí subirme a este barco, me gustaba escribir sobre lo que se vive en ese lugar cada quince días. Por aquel entonces ya decía que, seas del Rayo o no, si te gusta el fútbol, no debes perderte un partido en el Estadio de Vallecas. El de hoy fue uno de esos días en los que uno se acuerda de toda esa gente que ha ido encontrando en su camino de franja roja. La maldita pandemia no nos habrá hecho mejores, ni, por desgracia, tampoco nos ha hecho más fuertes, pero al menos no se ha llevado por delante el amor por un Rayo que, con estos jugadores, y con este cuerpo técnico, uno espera que sea casi eterno..

El Nuevo Matagigantes ha vuelto, pero para mí, esta noche, lo más importante es que el alma del templo de los sueños de Vallecas, el alma del Estadio de Vallecas ha vuelto a renacer, ha despertado de su letargo y espero y confío en que siga dándonos la posibilidad a los que amamos al Rayo y a su gente, de seguir disfrutando de noches mágicas como esta. Gracias Vallecas. Gracias rayistas. Hoy he vuelto a ser feliz y no lo he sido por derrotar al Real Madrid (que también), lo he sido por recuperar lo que más me gusta: el alma de Vallecas.