La Copa del Rey parece haberse convertido en objeto de deseo de la afición rayista y del cuerpo técnico y los jugadores del Rayo Vallecano después de un 2022 inolvidable en el que se alcanzaron las semifinales por segunda vez en sus 100 años de historia. Y la guinda a este año en el torneo del K.O. llegó en forma de victoria sufridísima contra un Atlético Saguntino que explotó al máximo todas sus virtudes.

La primera parte fue el resumen perfecto de lo que este torneo es como competición. Un equipo modesto y humilde (en este caso no era el Rayo Vallecano) jugando de poder a poder con sus armas contra un todopoderoso equipo de primera división (en este caso sí era el Rayo Vallecano). Y esa confianza en su trabajo se reflejó en los primeros 45 minutos.

Porque el Saguntino tuvo las ocasiones más claras de la primera mitad que fueron resueltas por un gigantesco Diego López que mantuvo a los franjirrojos en el partido. El mejor de un primer acto en el que la mezcla de titulares y suplentes estuvo más impreciso de lo que nos hubiera gustado. El Rayo también tuvo las suyas pero Marcos, el guardameta local, se erigió como el adalid de una defensa a la que se veía con oficio y sin sufrir ante un Rayo que dominaba pero que no podía.

Si el Atlético Saguntino hubiera aprovechado los manos a mano de Jorge Domingo o de Acevedo el partido habría cambiado radicalmente. Porque como se demostró durante los siguientes 80 minutos, el Rayo Vallecano fue incapaz de batir al equipo valenciano. Ni por dentro ni por fuera. Ni colgando balones ni jugado por dentro. Ni con Camello ni con Falcao. Los de Vallecas se estampaban una y otra vez contra un muro.

El juego de los vallecanos mejoró con la incorporación de algunos pilares fundamentales del Rayo en 2022 como los García o Isi. El equipo metió una marcha más y rondó el gol. Pero el 0-0 del luminoso y las jugadas a balón parada del Saguntino encogían el corazón de los cien rayistas que ocupaban uno de los fondos y de los miles que lo seguían en Pasión por el Rayo Radio o por televisión.

Cada acción defensiva, cada error rayista, cada contragolpe se celebraba como media victoria. Porque en 120 minutos los locales rozaron el sueño con la yema de los dedos. Pero los nervios y el cansancio físico castigaron con un destino cruel el esfuerzo de los saguntinos. El Rayo se acercó a la tercera ronda desde los 11 metros donde fue infalible donde antes había estado negado.

2023 empezará como lo hizo el 2022: con una Copa que llevarnos a la boca. El próximo viernes 23 de diciembre conoceremos el rival al que batir el 3-4-5 de enero.