Una parte para cada equipo. Ese es el mejor resumen que puede hacerse de la visita del FC Barcelona a Vallecas donde consiguió sacar un punto en los últimos minutos. Porque el Rayo dominó la primera mitad y lo hizo muy bien. Y porque los culés arrasaron en la segunda ante un inoperativo equipo franjirrojo.

Los de Francisco comenzaron apretando, mordiendo la salida de balón de los culés. Un arranque típico de un partido ante uno de los transatlánticos de la Liga. Pero con el paso de los minutos la intensidad y la presión no bajó. Los franjirrojos mordían, peleaban cada balón, luchaban en cada centímetro del cuidado césped del estadio de Vallecas.

Y desde los primeros minutos empezaron a recoger la recompensa. Isi probaba a un nervioso Iñaki Peña desde la larga distancia y De Frutos estuvo a punto de recoger el rechace. Apenas minutos después Óscar Valentín iba a tener un disparo desde los 11 metros pero sin ser una pena máxima. Su flojo disparo con la pierna izquierda tumbó las esperanzas de su afición que se preparaba ya para cantar el gol tras una gran recuperación en la presión.

El partido estaba totalmente desnivelado. El Rayo dominaba. Pero el Barcelona tiene ese talento individual que le permite vivir de sus estrellas. El mano a mano de Lewandowski ante Dimitrievski lo sacó con la puntera un acertadísimo Mumin. El ghanés iba a ser de los mejores del encuentro en la zaga rayista. No iba a generar muchas más el equipo blaugrana anulado en casi todas sus líneas por la intensidad, la tenacidad y el trabajo de los vallecanos.

Yamal parecía el único faro culé. Y el Rayo saltaba sobre él cada vez que la pelota se acercaba a sus dominios. Los rayistas olían la sangre y afilaban el colmillo conscientes de que tarde o temprano la iban a tener. Y vaya si la tuvieron. Unai López cazó desde 25 metros un doble rechace en la frontal del Barça para batir por la base del palo a un Iñaki Peña que ni en 10 vidas hubiera parado ese disparo.

El descanso fue lo mejor que le pudo pasar al conjunto blaugrana entrenado por Xavi para recomponer ideas, corregir fallos y buscar la igualada. Para ello iba a contar con la inestimable ayuda del Rayo Vallecano que en los segundos 45 minutos desapareció del terreno de juego. No le sirvió nadar y guardar la ropa. La defensa que le mantuvo en pie en el Bernabéu sucumbió al filo del final del partido.

Lejeune introdujo en su propia portería un centro de Balde que Lewandowski estaba a punto de empujar a la red. Antes la tuvo Ferrán y también Christensen pero se topó, otra vez, con un acertadísimo Mumin. Pero los cambios (entraron Joao Felix, Raphinha, Gundogan...) y el tembleque desestabilizaron a un Rayo que se vió incapaz en el segundo acto de trenzar alguna jugada con la que buscar la sentencia.

El empate pudo ser incluso remontada para los catalanes si se hubiera señalado un penalti pedido por los visitantes que a buen juicio de Munuera Montero no se señaló. El pitido final dejó a ambos equipos insatisfechos con el resultado aunque con la sensación para los franjirrojos de haber competido de tú a tú a todo un Barcelona. Al menos durante 45 minutos.