El run run, el come-come, las dudas... El adiós al 2023 y la espera hasta el 2024 se va a hacer especialmente largo por Vallecas. Porque el Rayo Vallecano de Francisco sumó su octavo partido consecutivo sin ganar y una nueva derrota en el estadio de Vallecas donde sólo ha sido capaz de vencer al Alavés en lo que llevamos de temporada.

El técnico franjirrojo planteó un partido para intentar pisar más el área valencianista. Para ello buscó la frescura en sus dos laterales con respecto al partido en Pamplona (Ratiu y Chavarría sustituyeron a Balliu y Pacha Espino) y jugar con dos delanteros arriba: Raúl de Tomás y Camello. El sacrificado fue un Óscar Valentín al que ya le tocaba descansar fruto de unas molestias. No se arriesgó además con jugadores que tendrán que disputarlo todo ante la baja más que probable de Ciss, Mumin y Bebé en la Copa de África.

El planteamiento del almeriense funcionó y de qué manera en los primeros minutos. Isi recibía al borde de la frontal del área tras un robo en línea de tres cuartos y estrellaba el balón en el cuerpo de Mamardashvilli que se hizo gigante ante el de Cieza. El lamento de las 12000 personas del estadio de Vallecas fue generalizado y la mirada de desesperación de Francisco al cielo resumía el estado anímico de ese vestuario en los últimos meses. Un mano a mano clarísimo que se fue al limbo y que sería, a la postre, el único disparo entre palos de los locales.

El Rayo dominaba y pisaba el área. Sometía al cuadro naranja que apenas era capaz de frenar las oleadas de los franjirrojos. En una triple ocasión ni Isi, ni RdT acertaron a ver portería y su rechace cayó a pies de Lejeune que intentó ponerla en la escuadra sin éxito. Los de Vallecas merecían el gol.

Pero ya sabemos lo que pasa cuando los franjirrojos lo merecen. Desde el banquillo Rubén Baraja mandó a su equipo dar un pasito atrás y juntar las líneas. Cedía el campo pero intensificaba la presión. Y empezó a robar balones en la salida rayista. Sus transiciones hicieron daño a un Rayo que empezó a sufrir, a tener dudas y a perder la pelota donde no debían. Dimitrievski evitó la más clara de Vázquez desde la frontal.

Tras el paso por vestuarios el guión del encuentro no cambió. El Valencia acumulaba mejores sensaciones que un Rayo que rozaba la desesperación en la mayoría de sus futbolistas al ver que las cosas no salían otra vez. Y la situación iba a empeorar. Dimitrievski sacaba una mano abajo para evitar el primero de Canós. Un paradón (otro más) del normacedonio al que no le iba a quedar más remedio en la siguiente jugada que felicitar al propio Sergi Canós por el golazo que se sacó de la chistera.

El cortocircuito de los de Francisco era total. Con dos delanteros en el césped había abusado de balones en largo y perdido la batalla en el centro del campo. Cuando se quiso dar cuenta era demasiado tarde. Ni siquiera los cambios poniendo toda la dinamita arriba (Falcao, Bebé, Álvaro García y Nteka) sirvió para acercarse mínimamente a un sólido Valencia, incluso con 10, que volvió a demostrar la fragilidad de Vallecas esta temporada.