Íñigo Pérez movió el árbol. Podríamos incluso decir que lo zarandeó. Casi medio equipo fue sustituido para afrontar lo que era una auténtica final contra el Betis. Porque los resultados de la jornada te dejaban expuesto como el primer equipo fuera del descenso. Y el Rayo Vallecano necesitaba ganar para afrontar el parón por compromisos internacionales sin la soga en el cuello. Tras la victoria, tirando de orgullo contra el Betis por 2-0, la presión ahora está en el sur.

La diferencia entre ambos equipos en la primera mitad quedó bien definida en los dos únicos remates a portería del encuentro. Porque el disparo de Fekir en la primera mitad se estrelló contra el palo después de tocar en Mumin mientras que el de Florian Lejeune desde la luna del área grande se coló en la portería después de un golpeo con gran violencia ante el que no pudo reaccionar suficientemente Rui Silva.

Poco más se puede contar de una primera mitad en la que ambos equipos se anularon mutuamente. Los porteros contemplaban el partido como nosotros los onces de ambos conjuntos en los que echábamos en falta a una larga lista de jugadores que venían siendo habituales en las últimas jornadas.

Quien sabe si por ganas de reivindicarse o por talento natural, pero medio equipo del Rayo Vallecano rindió muy por encima de lo esperado ante un rival de una entidad y una categoría fuera de toda duda. El Betis no llegaba, no inquietaba, no generaba... Para el Rayo era la tónica habitual de la temporada consciente de que la portería a 0 es su mayor arma.

O la segunda si tenemos en cuenta su afición. Esa que en los peores momentos saca su mejor lado arropando a los suyos, animando hasta el minuto final y protestando masivamente contra quienes intentan robarles su identidad llevándose el estadio de Vallecas fuera del barrio o dejando el actual casi en estado de ruina.

Tras el paso por vestuarios a los de Íñigo Pérez les cambió la cara. El gol de Flo les había disparado la confianza, la autoestima y de paso recargado las baterías. Porque la presión se intensificó, el equipo corrió como si la vida le fuera en ello y encontró el premio a su trabajo.

Lo pudo hacer mucho antes pero primero De Frutos y luego Camello no estuvieron acertados ante Rui Silva. El delantero acababa de sustituir a un RdT voluntarioso, batallador y presionante pero que sigue negado de cara al gol. Y falló la primera pero no la segunda. En un saque de banda ensayado la pelota le iba a quedar franca al joven ariete para que de cuchara superara al guardameta verdiblanco.

El 2-0 se gritó en Vallecas como si fuera un Tamudazo. Porque seis meses después de la última victoria en casa se dejaba salir toda la rabia acumulada. Porque tras estar mirando hacia Europa en el primer tramo de temporada la pérdida de posiciones nos ha llevado a la pelea por el descenso. Porque ganábamos al rival que nos privó del sueño de llegar a una final de Copa del Rey alejándoles de la pelea por Europa. Y porque el descenso queda ahora a 7 puntos (más goalaverage general) y las dos próximas semanas el equipo por fin podrá respirar tras haber vuelto a escuchar la vida pirata.