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CRÓNICA

Girona 0-0 Rayo Vallecano: Punto de coraje, pero sin valentía

Chavarría se lesionó a la media hora de encuentro

Escrito por Miércoles, 25 Septiembre 2024

    Girona y Rayo se repartieron los puntos en un partido en el que los locales merecieron más ante un equipo vallecano focalizado exclusivamente en defender.

    Lejeune en un lance del Girona - Rayo de hoy.Lejeune en un lance del Girona - Rayo de hoy.(c) Laliga

    Ficha técnica:

    Girona (0): Gazzaniga, Miguel, Arnau, David López, Tsygankov (A), Abel Ruiz (A) (Stuani, minuto 66), Asprilla (Misehouy, minuto 75), Blind, Bryan Gil (Danjuma, minuto 66), Herrera (A) e Iván Martín.

    Rayo Vallecano (0):  Batalla, Ratiu (A), Mumin, Lejeune, Chavarría (De Frutos, minuto 30), Pedro Díaz (A) (Unai López, minuto 45) (A), Oscar Valentín, Isi Palazón (Gumbau, minuto 45), Balliu (A), Embarba (Alvaro, minuto 60) y Camello (Nteka, minuto 77).

    Goles: 

    Árbitro: Martínez Munuera.

    VAR: Trujillo Suárez.


    GIRONA 0 (-) - RAYO VALLECANO 0 (-)

    El fútbol moderno tiene estas cosas. Partidos todos los días, jornadas mezcladas y anticipadas porque unos juegan Champions y otros Europa League, Conference League o cualquier otra League que podamos imaginarnos. Así hemos llegado hasta la jornada 7, sin tiempo para digerir lo que había sucedido en la 6 y con equipos jugando una jornada posterior antes de disputar la anterior. En definitiva, que uno ya no sabe si estamos en el norte o el sur de una liga que, para el Rayo, sigue siendo ilusionante a pesar de los horarios, de las apreturas del calendario, de los parones y de las jornadas atropelladas.

    Hoy tocaba visitar aquel lugar en el que soñamos y disfrutamos en una gran copa del Rey que nos llevó muy lejos, el mismo lugar en el que logramos un ascenso por el que nadie daba un céntimo. Montilivi, que ya es un estadio de Champions, recibía a un Rayo envalentonado por sus ocho puntos y por haber plantado cara a un aspirante a todo como el Atlético de Madrid.

    El duelo de valientes estaba servido. El Girona tenía que serlo para reencontrarse consigo mismo y volver a deslumbrar como lo hiciera el año pasado. Y el Rayo tenía que serlo para seguir siendo fiel a su estilo y a aquello que le ha traído hasta aquí. Sin miedo, con respeto, pero sobre todo con valentía, coraje y, por supuesto, nobleza, así debía afrontar el choque el equipo vallecano.

    Todo empezó con la camaradería de los viejos conocidos. Con Míchel saludando a Oscar Valentín, Trejo y compañía. Pero ahí se acabaron los abrazos y arrancó la lucha.

    La lectura del doble lateral derecho de Iñigo Pérez, Balliu y Ratiu, se entendió en el primer minuto en el que se vió al rumano viajar por la banda junto al lateral zurdo profundísimo del Girona, Miguel. Tapar las llegadas de uno de los jugadores más peligrosos del rival tenía además una segunda derivada, la velocidad de Ratiu para aprovechar el hueco. La teoría estaba servida sobre la pizarra y sobre el césped.

    El Girona quiso demostrar que su valor iba más allá de lo demostrado el año anterior. Mientras el Rayo se afanaba en ahuyentar los miedos que generaban los últimos resultados en tierras gerundenses. Y cuando el Rayo le perdió el miedo disfrazado de respeto y decidió que era momento de ser protagonista, la historia había consumido los primeros quince minutos con Míchel nervioso en la banda y con Iñigo sabiendo que los suyos estaban cumpliendo el guion marcado en la caseta.

    Sin noticias de Abel Ruiz en ataque y con Miguel desactivado en la banda, el Rayo trabajaba lo posicional como si fuera un robot entrenado para moverse con soltura e incluso con garbo. Las coberturas eran constantes, la presión efectiva, y Batalla se fusionaba con los aficionados del fondo de la misma manera en la que Gazzaniga lo hacía en el extremo contrario. La lucha se desarrollaba en el medio del campo y, aunque el Girona llegaba más cerca del área rival, la velocidad de su fútbol se apagaba en los metros finales. Los porteros eran dos 'muñecos' bajo palos a los que nadie parecía querer inquietar.

    Cuando el duelo llegaba a la media hora, un gesto de Chavarría nos dolió a todos. En un cara a cara del colombiano Asprilla, el intenso dolor del lateral por un tirón en el abductor de su pierna derecha obligó a cambiar parte del planteamiento inicial. Ratiu retrasó metros al lateral, De Frutos al extremo para tapar a Miguel y Balliu al lateral zurdo, con Chavarría saliendo del campo de batalla cariacontecido y dolorido. Habrá que esperar para saber el alcance de la lesión (aunque el Rayo nunca nos lo dice).

    Con esa jugada los 'rayinegros' casi desaparecieron, cayendo en las redes de un Girona que bien pudo haber asestado los dos primeros golpes con dos acciones de Asprilla que el delantero no supo culminar. El Rayo se salvaba y empezaba a pedir la hora para ir a vestuarios a descansar y refrescar la idea de un partido que se iba complicando poco a poco. Por momentos, la valentía del Rayo desaparecía para que el partido se pareciera a lo vivido la temporada pasada. Dominio total y absoluto de los de Míchel, que empezaba a ver cómo su equipo ya hacía buena parte de lo que él les pedía. El futuro del Rayo empezaba a verse como el color de sus rayos: Negro oscuro, muy negro y muy oscuro.

    Sin noticias del Rayo en ataque, con la mala noticia de la lesión de Chavarría, con el equipo jugando más tiempo con cinco que con cuatro defensas y perdiendo protagonismo por momentos, acabó una primera mitad que no aportó nada a la historia del fútbol.

    El Rayo aguantó el asedio en la segunda mitad

    Tras el descanso hubo más cambios. Unai entraba en lugar de Pedro Díaz (que tenía tarjeta amarilla) y Gumbau, que no estuvo ante el At. Madrid, lo hacía para suplir a Isi, ocupando la mediapunta por detrás de un Camello que había jugado en la primera parte tan poco como Batalla o Gazzaniga.

    El inicio de las hostilidades demostraba que los únicos cambios en el Rayo eran de jugadores y posicionales, porque futbolísticamente la apuesta era escasa o nula, más bien lo segundo. Después del subidón ante el At. Madrid, estábamos viviendo la otra cara de la moneda. Un equipo que se movía al son que le marcaba su rival, persiguiendo sombras rojiblancas y pegando pelotazos arriba para tomar aire y seguir defendiendo. Eso era todo después de los primeros quince minutos de segundo tiempo. Aquí ya  no había nada de valentía, se salvaba algo de coraje defensivo y se mantenía la nobleza que no debería faltar nunca.

    El Rayo se salvaba porque Asprilla no acertó por poco. Su progresión trazando la diagonal acabó con un golpeo durísimo que se fue contra la escuadra de la portería de Batalla. El Rayo ya merecía perder o, dicho de otra manera, el Girona ya merecía ganar.

    Los vallecanos extendían su preparación defensiva confiando en que lo sumado ante el At. Madrid volviese a repetirse en otra demostración de 'resistencia', porque no quedaba otra: defender e intentar pillar una contra. El monólogo del Girona era extraordinario y Tsygankov quiso rubricarlo con otro disparo lejano que se marchaba alto. Quedaban veinte minutos y el Rayo ni se acercaba a la línea del medio del campo. 

    Míchel, que veía cerca la victoria, tiró de potencial para dar entrada a Stuani y Danjuma para apuntalar la zona ofensiva de los suyos. Mientras tanto, los vallecanos, que no sabían cómo recuperar algo de presencia en el partido, seguían corriendo de lado a lado sin 'rascar bola'. Miguel sorprendía por el centro rompiendo la línea defensiva y remataba de nuevo por encima del larguero de Batalla. El punto para el Rayo ya era un botín demasiado generoso. El 5-4-1 con De Frutos convertido en un defensa más y con la línea de cuatro apenas unos metros por delante hacía casi imposible cualquier atisbo de salida 'de la cueva'.

    Ratiu quiso romper la tónica aprovechando un destello de Alvaro, que se había incorporado al partido supliendo a Embarba, para disparar con peligro aunque alto. Y despertó el Rayo de nuevo con Ratiu progresando por la derecha y Alvaro anticipándose a todos para rematar otra vez por encima del larguero. Quedaban diez minutos y al menos el Rayo había hecho algo más que defender.

    Stuani casí hizo buena una llegada de Miguel por la izquierda. Había llegado el momento de ser inteligente y no descolocarse para 'rascar' un punto que finalmente llegaba con coraje, pero sin valentía.

     

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