.Pudo ganar el Rayo. Pudo ganar el Leganés. Pero sobre todo ganó el espectáculo. Porque los dos equipos madrileños plantearon un partido cara a cara repleto de grandes ocasiones, paradones espectaculares y golazos de Camello y Juan Cruz. El derbi se resolvió con una parte para cada equipo y con un empate a todo que nos hizo disfrutar en la sobremesa del sábado.

Sin llegar al ecuador de la primera mitad el Rayo Vallecano ya merecía ir ganando holgadamente a un Leganés que mostraba intensidad en la presión y ganas en la salida y el juego pero se derrumbaba en las áreas. Los pepineros estaban ahí a merced de los de Vallecas. Porque el golpe recibido nada más empezar el partido les dejó casi noqueados.

Camello aprovechó un inocente pase en paralelo en el centro del campo para robar, correr, regatear y definir con su pierna izquierda al palo derecho de Dmitrovic. El 1-0 desató el éxtasis en la parroquia vallecana y motivó aún más a los rayistas que pudo sentenciar en las botas del propio Camello poco después. Ratiu o De Frutos también pusieron a prueba al portero visitante.

El Leganés era un pelele en manos de un Rayo que dominaba el ritmo de juego, tenía las ocasiones y mandaba sobre un césped en mejorable estado en el estadio de Vallecas. Hasta la media hora no supo Augusto Batalla cómo era el balón del partido en un disparo a las manos de Juan Cruz.

La intensidad de la presión 'rayi roja' convertía a la zaga pepinera en una máquina de perder balones y solo la falta de acierto rayista impedía cerrar la victoria con un resultado más holgado. El lamento de Álvaro García tras un tremendo pase filtrado de Sergio Camello se escuchó en toda Vallecas. El Rayo jugaba fácil y recuperaba una y otra vez en posiciones comprometidas. Para sacar el balón de atrás tenía a Unai y a Ciss omnipresentes y a un James voluntarioso aunque falto de ritmo y de forma.

La primera mitad fue de color franjirrojo excepto los últimos 5 minutos. Porque el error de De Frutos en su propia área permitió a los de Borja Jimenez tener su única gran ocasión en las botas de Altimira. Su rosca pegada al palo se fue lamiendo el poste. La ocasión envalentonó a los pepineros e hizo retroceder a los vallecanos.

Fue un espejismo porque tras el paso por vestuarios el Rayo volvió a encender la apisonadora. Tras el gol anulado a De Frutos por fuera de juego en una majestuosa y eléctrica jugada colectiva, tuvo el segundo otra vez en las botas de Unai López y de James y en la cabeza de Pathe Ciss en apenas 2 minutos.

Pero quien perdona lo acaba pagando (y ya no sé cuantas veces lo habremos escrito). Primero Cissé puso el miedo en la garganta de los rayistas que se desgañitaban para apoyar a los suyos conscientes de lo que estaba en juego. Pero Juan Cruz no iba a perdonar en una bonita internada de Rosier superando a Álvaro García.

El gol encendió al Leganés que pudo darle la vuelta al marcador si Augusto Batalla no hubiera obrado el milagro sacando el cabezazo en plancha de Roberto López. Para el espectador neutral, el partido era maravilloso. Se sucedían las ocasiones y los equipos vivían al filo de la navaja tanto en ataque como en defensa. Apenas unos milímetros separaron al Rayo de volver a tomar ventaja en una doble ocasión de De Frutos e Isi que sacaba de dentro Dmitrovic. El cancerbero iba a volver a lucirse a 10 del final tras un disparo a bocajarro y a la media vuelta de De Frutos.

Íñigo Pérez logró igualar la contienda pero no darle la vuelta a la tortilla en el sino del partido. Un encuentro precioso, con ocasiones, paradones y empate a todo.