En el fútbol, como en la vida, la actitud, la intensidad y la ambición por dar tu mejor versión, son algunos de los pilares fundamentales. Puede que no cobres millones ni ganes mundiales pero a un partido cualquier rival que aplique esa fórmula te puede pintar la cara. Y eso es lo que vimos en la primera mitad del duelo copero del Rayo Vallecano.

Un Unionistas confiado de sus posibilidades se merendó, en horario de tarde, a un equipo 'rayi blanco' que salió a verlas venir durante más de media hora y que solo espabiló cuando tenia la eliminatoria muy cuesta arriba.

Los charros mordían, presionaban, adelantaban líneas, buscaban las bandas, sorprendían a un Rayo totalmente adormecido que no acertaba a dar dos pases seguidos. El equipo salmantino percutía una y otra vez por ambas bandas superando a unos Balliu y Pacha Espino que adolecían de falta de ritmo y falta de partidos.

Pero es que en la circulación, en el control del balón y del ritmo, el partido rayista era un auténtico drama. El 2-0 de Álvaro Gómez e Imanol Baz se antojaba hasta corto para los méritos de los locales. Los errores impropios de un equipo de primera división dieron alas a los de Salamanca que revivieron a los de Vallecas en varios momentos del encuentro.

La primera para regalarle un balón a Trejo que condujo durante más de 30 metros para batir a Marco Suárez con un disparo ajustado al palo. La segunda en un mano a mano de Rastrojo que perdonó el 3-1 en un garrafal fallo de Aridane. Y la tercera cuando el Rayo ya había igualado la contienda gracias a un golazo de Pedro Díaz cuando Aridane taponó otro disparo de Rastrojo que iba para dentro.

El cuerpo a cuerpo entre Unionistas y Rayo Vallecano convirtieron el partido en un correcalles donde volaban las ocasiones en una y otra área. Hasta que Adrián Embarba puso el 2-3 en una contra letal. Los charros lo siguieron intentando hasta el final incluso con un  jugador más por expulsión de Ciss e hicieron la igualada en un tanto anulado en el 96 por fuera de juego. El Rayo ya tiene otra ronda copera. Pero el sufrimiento fue máximo.