Dijo Iván Balliu en nuestro En Clave de Franja del martes que el partido contra el Celta de Vigo era la prueba de fuego que necesitaba este equipo para ver su auténtico potencial. Porque una victoria pondría al Santa Inés navegando rumbo a Europa en lugar de estar buscando el muelle de la permanencia en este turbulento mar picado que es la Liga.

Y el resultado del Rayo Vallecano - Celta de Vigo vino a ratificar que este equipo, el de Íñigo Pérez, el de los titulares y suplentes que son una piña y corren y se sacrifican cada minuto de partido, está para buscar un objetivo mayor (se llame Europa o final de Copa).

Es muy complicado en el fútbol moderno que una plantilla al completo crea a pies juntillas en la idea de un cuerpo técnico. Siempre hay dudas. Pero incluso en los peores momentos este Rayo siguió compitiendo en busca de una racha como la actual. A los 5 encuentros sin perder (4 de liga y uno de Copa) se suma este encuentro contra un Celta de Vigo sin Iago Aspas pero con muchísimo potencial goleador.

Los de Vallecas salieron a mandar y a reencontrarse con la vida pirata en su estadio donde no se celebraba una victoria desde octubre. Y no es que no la haya merecido. A los pocos minutos ya lucía el 1-0 en el marcador gracias a una jugada de pillo de Camello (no exenta de polémica) y al acierto en la volea de Adrián Embarba que inauguraba su faceta goleadora en Liga esta temporada.

Fue el justo premio a un arranque brillante de los franjirrojos que lo buscó por dentro y por fuera hasta toparse con un inconmensurable Guaita que evitó la goleada en disparos de Isi, Lejeune o Unai López. Y sin embargo, en el primer acercamiento de los de Vigo al área de Cárdenas llegó el empate. Ilaix dejó con el molde a Unai, metió balón en profundidad a Bamba que le sirvió el gol en bandeja a un 'panda' Iglesias que nos tiene cogida la medida.

El partido se fue al descanso con sensaciones encontradas en la grada. En el cuerpo a cuerpo, los rayistas merecían la victoria. Había ganas de dejarse la garganta celebrando los 3 puntos. Iba a costar sangre, sudor y lágrimas. Porque la segunda mitad fue un auténtico correcalles. Se pasaba de una ocasión clarísima de gol de Camello al que le birlaron el tanto cuando iba a empujarla a un paradón de Cárdenas en el otro área en una contra fulminante.

El rayismo había estado 27 días de éxodo lejos de su estadio para disfrutar otra vez de la propuesta de su equipo y de un rival que quería jugar al fútbol y que ganara el mejor. Tanto Rayo Vallecano como Celta de Vigo acumularon más de una decena de disparos. Lo de Mumin sacando balones a los gallegos debería enseñarse en todas las escuelas de fútbol.

Los 'rayi-rojos' encontraron el premio en la jugada más inesperada. Un pase en profundidad de Camello que no controló Isi y llegó a un De Frutos que no se lo pensó y la mandó a guardar tras un derechazo seco y raso. Los casi 13000 espectadores enloquecieron y se prepararon para el sufrimiento que aguardaba. Los de Claudio Giráldez quemaron sus naves y se fueron con todo al ataque.

Desde dentro del área pequeña, con los guantes, desde el suelo, con el pecho, con la rodilla... El Celta perdonó lo imperdonable y el Rayo resistió, luchó y defendió los 3 puntos con uñas y dientes. Esos que colocan al Santa Inés con la proa mirando a Europa.