Opinión. Es probable que sea esto lo que busque, que si él habla, yo y cualquiera de vosotros, le contestemos. Pues bien, si esto es lo que quiere, eso es lo que va a tener, pero a mi manera.
Por mucho que lo repita, lo puede decir en castellano, en catalán como Míchel, en chino mandarín o en el idioma que quiera, el idioma vallecano es mucho más claro y más fuerte: ¡Que no, que el Estadio de Vallecas no se mueve y que el Rayo Vallecano no debe moverse! Ya no sé cómo decírselo, porque tengo claro que ni puede ni quiere entenderme. Pero no lo digo yo, que no soy nadie, lo dice la afición del Rayo, y el barrio de Vallecas...
El presidente del Rayo Vallecano sigue con su discurso de movilidad y traslado, con su mensaje de desprecio hacia la que ha sido la casa del rayismo durante tantos años. Pide modernidad cuando tiene al club con la estructura e imagen de los años 80. Pide un estadio más grande cuando nunca o casi nunca llena el actual. Pide un estadio nuevo cuando el que tiene lo abandona y descuida. Porque no debemos olvidar, y lo repito una vez más, que el mantenimiento del actual estadio es obligación del Rayo y no me refiero únicamente a cambiar una bombilla, que ni siquiera eso es capaz de hacerlo bien, me refiero a arreglar los desperfectos del día a día y del uso que se puedan producir y me refiero a limpiar las instalaciones y me refiero a quitar el agua acumulada en el graderío cuando hace tres días que llovió y me refiero a que lo tienen que hacer operarios del Rayo y no los propios aficionados a los que se proporciona un cepillo y se les dice que se busquen la vida. Esa es la modernidad que reclama el máximo accionista del Rayo y que no aplica a su día a día.
Todavía no ha entendido que no es viable llevarse el Estadio de Vallecas a un lugar diferente, todavía no ha entendido que la gente del barrio quiere seguir manteniendo su estadio donde está, todavía no ha entendido que ese enclave es único y que da vida y prosperidad a decenas de negocios del barrio. Ya sé que eso a él le importa poco, pero a mí me importa mucho. Yo quiero que mi barrio siga latiendo cada quince días en franjirrojo, quiero que la Avenida de la Albufera y Payaso Fofó y Arroyo del Olivar y Teniente Muñoz Díaz y el resto de calles cercanas vibren y se llenen de color cada dos semanas. Quiero que el Rayo siga recibiendo el cariño de su gente en aquel lugar en el que los históricos del Rayo defendieron este escudo y esta franja que él mismo se ha encargado de borrar de las camisetas del club.
El presidente del Rayo puede seguir con su discurso, me parece bien que lo haga, porque aquí, como en todo, debe primar la libertad de opinión. Ojalá él respetara la de la mayoría y dejase de una vez por todas de enredar con el tema del estadio, que bastante tiene con modernizar el club (si supiera cómo hacerlo). ¡El Estadio de Vallecas no debe moverse y el Rayo tampoco! A ver si nos enteramos de una vez por todas…