Opinión. Llevo un tiempo dándole vueltas a la cabeza e intentando encontrar la razón por la que el Rayo Vallecano de Míchel no termina de despegar en su regreso a la primera división del fútbol español. 

Hay quien ha encontrado culpables en la portería y en el lateral izquierdo (Alberto y Álex Moreno) por los 14 goles encajados en 6 jornadas (a más de dos por partido). Otros miran hacia la zona de creación y ataque y argumentan que metiendo poco más de un gol por enfrentamiento (7 en 6 encuentros) no vamos a ningún lado.

Sin desmerecer las opiniones de nadie, creo que estas puedan ser causas secundarias de este arranque dubitativo, en lo que a puntos se refiere, pero no la causa principal de que el rayismo mire hacia abajo en la clasificación en lugar de hacerlo hacia arriba.

Obviamente el cambio de categoría también ha tenido que ver. La primera división te exige más que ninguna otra competición regular y cualquier pequeño fallo te lastra de forma decisiva. Y si no que se lo pregunten a Abdoulaye Ba. Pero tampoco creo que la adaptación de los de Míchel a la categoría esté siendo mala. Se le ha jugado de tú a tú a equipos como el Atlético de Madrid, la Real Sociedad o el Espanyol, auténticos históricos de la liga.

Entonces, ¿dónde está el problema?

En las últimas palabras de Michel en rueda de prensa, tras empatar frente al Espanyol, señalaba el entrenador que estaba muy contento con la gran segunda parte del equipo. Situación que se repitió frente a Atlético de Madrid y Real Sociedad. El día del Alavés, su equipo fue muy reconocible en la primera mitad hasta la expulsión, VAR mediante, de Ba. ¿Y el resto del tiempo?

Tal vez el único encuentro en el que el Rayo no tuvo un rendimiento diferente en las dos mitades del partido fue ante el Huesca y ya sabemos cómo terminó la historia. No digo que frente al equipo oscense no sufriéramos. De hecho, en los últimos 20 minutos casi sufrí un infarto viendo cómo se sucedían las ocasiones locales. Pero en esa segunda mitad el Rayo también las tuvo de todos los colores: RDT a la escuadra, Advíncula al palo, gol anulado a RDT...

Será simple coincidencia o será que el Huesca es un rival de lo que llamamos 'nuestra liga' pero el hecho innegable es que el partido más completo del cuadro rayista terminó con victoria. La única hasta la fecha.

Es como si el equipo comenzase más tarde el encuentro que su rival o como si se marchara antes de tiempo. Un tiempo perdido que nos costó la remontada del Espanyol o casi una goleada en la primera media hora en Anoeta.

Difícilmente un equipo puede mantener una presión alta y una intensidad máxima durante los 90 minutos de un partido. Pero en esos momentos hay que saber juntar líneas, ser contundentes en defensa y jugar al otro fútbol que en ocasiones también da puntos. 

Nos hace falta un partido para creernos que esta es la mejor plantilla del Rayo Vallecano en toda su historia. Nos hace falta 90 minutos de fútbol total traducidos en una victoria clara y sin peros. Nos hace falta dominar todas las facetas del juego durante una jornada y crecer en confianza en las zonas débiles del equipo.

Entonces, y solo entonces, recuperaremos el tiempo perdido en forma de puntos.