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RAYO. Chechu Dorado

Dorado, una asignatura pendiente para el Rayo y para Míchel

El club, tras retrasar su salida durante casi un mes, le despidió con una breve nota en la página web

Escrito por Miércoles, 06 Febrero 2019

    Chechu Dorado abandonó la disciplina franjirroja en este mercado de invierno sin que la afición le pudiera despedir sobre el césped.

    El Rayo Vallecano es un club diferente. O al menos eso nos gusta pensar a los rayistas. Pero de un tiempo a esta parte cada vez son más frecuentes las señales de vulgarización de una entidad que presume de unos valores en su camiseta (Valentía, Coraje y Nobleza) que nunca demuestra en los despachos.

    Hace una semana abandonó la disciplina franjirroja José Antonio Dorado Ramírez, es decir, Chechu Dorado o Chechu 'Golden' como le bautizó el rayismo tuitero. El central cogió el camino a Zaragoza, club con el que debutó en juveniles y en su etapa en el filial, tras cuatro temporadas vistiendo la franja.

    A Dorado le tocó vivir una etapa no demasiado brillante en la historia del Rayo. Estuvo en Anoeta, aunque nadie ha dudado nunca de su profesionalidad, y en la no demasiado brillante primera temporada en Segunda.

    Con este bagaje muchos habrían huido como de la peste, pero Dorado renovó un año más. El proyecto de Míchel le tenía reservado una alegría en forma de ascenso en la que él fue un pilar fundamental. Lo jugó prácticamente todo (38 partidos y un total de 3.335 minutos en la temporada) y consiguió su único gol como rayista contra el Granada.

    Pero el fútbol moderno tiene poca memoria y de pilar del equipo Dorado pasó a no ser convocado en primera división. En los últimos 6 meses apenas ha jugado tres partidos oficiales: la debacle en Liga contra el Sevilla y la eliminación copera contra el Leganés. 270 minutos en 6 meses. Y pese a ello ni una mala cara, ni una protesta o un mal gesto... Al menos no públicamente.

    Ni siquiera hizo ninguna 'kakutada' cuando el club retrasó casi un mes su salida del Rayo por si algún central titular se lesionaba. Un profesional del fútbol del primer al último día. Una rara avis que el día de su marcha recibió en las redes sociales una avalancha de mensajes de cariño del rayismo. Unos mensajes que se perdieron en medio del ruido digital de la actualidad deportiva ya que el futbolista no tiene perfiles sociales conocidos.

    Del Rayo Vallecano como institución ya no espero nada después de cómo despidió a leyendas como Natalia o a futbolistas honrados como Toño que se dejaron la pierna por defender unos colores que dudo que en el palco sientan. Pero creo que Dorado merecía algo más que un escueto y aséptico mensaje en la web: "José Antonio Dorado Ramírez deja de ser jugador del Rayo Vallecano. Desde el Club queremos agradecerle la profesionalidad y entrega con la que ha defendido siempre nuestros colores, deseándole todo lo mejor en su próxima etapa".

    De quién me esperaba algo más era de Míchel. Como una convocatoria para hacerle jugar los últimos minutos de un partido resuelto. El del Celta de Vigo por ejemplo, y que en lugar de montarse el pollo con Fran Beltrán, más de 11.000 rayistas hubieran podido despedirse de Dorado sobre el césped. Míchel se acordó de él en rueda de prensa: "Quiero recordarle, darle un abrazo muy fuerte y desearle lo mejor porque ha sido un gran profesional, una gran persona y he aprendido muchísimo de él".

    Supongo que en este fútbol moderno en el que el aficionado cada vez pinta menos, la despedida de Dorado de esta manera es más que suficiente. Supongo que Dorado no formará parte de la memoria colectiva del rayismo. Y supongo que el Rayo Vallecano es, cada vez más, un club menos especial.

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