RAYO VALLECANO  1 - ALBACETE 0

No era un partido cualquiera, ni siquiera era un partido. Era la continuación del 'partido de la vergüenza', el partido de la supuesta falta de seguridad en el Estadio de Vallecas, el partido de los gritos y cánticos contra Zozulya. El Rayo - Albacete, que en la primera vuelta sólo pudo disputarse durante 45 minutos, hasta que el Albacete se plantó, el Rayo lo apoyó y todo quedó pendiente de recursos y contrarrecursos, tuvo su continuidad en la tarde hoy en unas condiciones muy especiales. 178 días después, la segunda parte de aquel lamentable episodio pudo disputarse en un estadio vacío, como estaba previsto por la sanción, pero también porque la pandemia del Covid-19 obliga a muchas medidas restrictivas, a todos los niveles.

Daba pena ver el Estadio de Vallecas ciego, mudo y sordo, daba pena escuchar a los futbolistas "hablar" sobre el césped, daba pena ver un partido de fútbol profesional desarrollarse como si de un 'solteros contra casados' se tratara. Una pena.

Futbolísticamente hablando, el Rayo arrancaba con ventaja numérica porque el Albacete se quedó con diez antes del descanso y Jémez dibujó un Rayo con dos hombres defensivos como son Milic y Saveljich, y con Advíncula y Saúl intentando explotar las bandas cuando Alvaro y Andrés Martín se colaban en carriles interiores para desequilibrar al equipo de Lucas Alcaraz.

En el minuto 57 Catena se encontró con un balón que remató de espaldas a la portería de Nadal sin inquietar al cancerbero albaceteño. El central no esperaba que el balón fuese a caer en esa zona y se precipitó, desaprovechando una buena opción para haber abierto la lata . Los manchegos cumplían el guion y se metían en su área haciendo buena la 'locura' de Jémez, que había enviado a Catena 'a lo Alexanco', como delantero centro. El Rayo lo intentaba con llegadas por banda y Advíncula, con un gran disparo al palo largo, consiguió poner en ventaja al Rayo con un gol de bandera que hacía justicia a lo vivido en el primer cuarto de hora de la continuación.

El Albacete no inquietaba nada al Rayo y los tres puntos empezaban a florecer en la clasificación de un equipo que buscaba acercarse a los puestos de play-off en la 'pantomima' de partido que les brindaba volver a la nueva normalidad con estos 45 minutos tristes y desangelados.

Joni Montiel buscó sentenciar el choque con un buen remate desde la frontal que se topó con la atenta intervención de Nadal. El Rayo seguía siendo el único equipo sobre el césped y obligaba a Lucas Alcaraz a buscar soluciones desde el banquillo, dando entrada a Acuña en lugar de Dani Ojeda, justo antes del parón para hidratarse y mientras desde los aledaños del estadio se escuchaba nitidamente los gritos contra el presidente del Rayo. Todo seguía siendo triste y aburrido, sin aficionados no hay corazón, no hay alma, no hay fútbol. Da igual que Advíncula consiga un golazo como seguramente pocos haya hecho en su carrera, da igual que el Rayo siguiera siendo superior. Todo se resume en una frase: Sin afición no hay fútbol.

Aparte de esto, poco más que contar. Que el presidente hizo una ofrenda floral en recuerdo de las víctimas del Covid, que también tuvieron su homenaje en la grada de la Albufera y el fondo de Teniente Muñoz Díaz con dos grandes pancartas en las que se mostraba el mensaje "Nunca os olvidaremos" y "Siempre en nuestro recuerdo". Que todavía queda mucho para que esto se parezca en algo al fútbol que conocíamos. Que el Rayo está más cerca que ayer del play-off de ascenso. Y que el fútbol sin alma es cualquier cosa menos fútbol, aunque se empeñen en que siga el "espectáculo". Gana el Rayo, pero pierde el fútbol.