RAYO VALLECANO  1 (Mario Suárez) - FUENLABRADA 0

El fútbol 'post-confinamiento' tiene estas cosas. Ganas un miércoles, empatas un domingo y vuelves a tener una nueva oportunidad el miércoles siguiente. Tras el empate agridulce del domingo en Cádiz, los de Jémez recibían la visita del Fuenlabrada de un viejo conocido de la afición vallecana como es José Ramón Sandoval, recientemente aterrizado en el banquillo azul fuenlabreño. Junto a él llegaban ex jugadores de la franja como Juanma, Clavería o Hugo en un once inicial que sorprendió por su intensidad a los franjirrojos. Los de Sandoval tenían claro que sus opciones en el encuentro pasaban por no dejar respirar a los franjirrojos y eso únicamente sucedería corriendo más que su rival.

Un disparo 'desde su casa' de Pathé Ciss obligó a Dimitrievski a recuperar metros para despejar por encima del larguero. El Fuenlabrada sorprendía al Rayo, el Fuenlabrada limitaba los movimientos del Rayo y los de Jémez, alcanzado el ecuador de la primera mitad, se desesperaban ante la falta de ideas provocada por lo pegajoso del fútbol de su rival. Con la intensidad pero poco fútbol de unos y la inoperancia sin apenas brío de otros, sumado al escaso atractivo de un Estadio de Vallecas completamente vacío, frío y sin alma, el partido era tan infumable como la mayoría. Pocas sorpresas en cuanto a esto.

El Fuenlabrada seguía haciendo incómodo el partido al Rayo. Llegado el descanso para hidratarse era momento de recapitular y la victoria a los puntos era para Sandoval y los suyos, porque Jémez no encontraba la manera de hacer que su equipo superase a un ordenado, aguerrido e insistente Fuenlabrada. Los centrocampistas apenas podían participar, las bandas estaban cerradas y, aunque defensivamente tampoco se sufría, un equipo que quiere aspirar al ascenso, jugando en su propio estadio y haciéndolo ante un rival al que podía dejar casi descartado, debía haber mostrado mucha más malicia que la ofrecida por los franjirrojos. Faltaba la tensión de un equipo enganchado buscando un objetivo grande y eso era lo más curioso de lo vivido sobre el césped en un derbi tan descafeinado y triste. El Rayo no parecía estar en la pelea.

Con el final de la primera mitad acababa el sufrimiento de todos. El del Fuenlabrada por correr y correr para presionar y cerrar los huecos, el del Rayo, porque se acababan 45 minutos de penuria futbolística y el de los telespectadores, que habían tenido que aguantar un espectáculo tan poco atractivo como insufrible.

Un inocente penalti de Clavería permite al Rayo sumar tres puntos muy importantes

El inicio de la segunda mitad siguió tan apagado como todo lo anterior. El Fuenlabrada continuaba maniatando a los vallecanos, que seguían descontando minutos hacia un precipicio que se vislumbraba con nitidez. La incapacidad manifiesta del Rayo anunciaba un desastre que solo podía salvar una genialidad o un error del rival. Jémez había dado entrada a De Frutos en el descanso, en sustitución de Andrés Martín, y posteriormente a Oscar Valentín para dar descanso a un 'fundido' Santi Comesaña. Ni por esas, el encefalograma plano del Rayo no lo recuperaba nadie. Trejo no era ni la sombra del futbolista que regresó a la primera línea de acción vallecana en Cádiz; Mario Suárez deambulaba por el campo y el bueno de Qasmi, todavía se pregunta a qué ha venido a este equipo.

Superado el cuarto de hora de la segunda mitad, el aburrido choque que nos brindaban Rayo y Fuenlabrada llegaría a su cúspide cuando el ex-rayista Pablo Clavería cometía un inocente e incomprensible penalti sobre Trejo en un balón en la línea de fondo que no iba a ningún sitio. Mario Suárez aprovechó el regalo para batir a un Freixanet que no había tenido trabajo en todo el partido. El Fuenlabrada tenía que dar paso y medio en busca de su rival, ya no servía de nada sólo presionar. Pero claro, cuando uno no juega a nada, todo funciona con el partido igualado, pero cuando hay que jugar, crear y proponer, la cosa cambia. Y ahí, el Fuenlabrada (que había hecho un partidazo ahogando al Rayo) sufre tanto como lo hacía el Rayo cuando tenía que superar en intensidad a su rival. Las tornas habían cambiado, aunque el partido seguía siendo igual de interesante que hasta entonces.

El Rayo rozó la sentencia del derbi en un par de acciones a balón parado, que visto lo visto era la única manera en la que podía llegar algo de peligro. Estaba claro que el partido no iba a dejar ni una sola acción de auténtico mérito más allá de los destellos de De Frutos en banda, que fue el jugador que hizo variar levemente el devenir de un partido que no pasará a la historia y que muchos ya habrán incluso olvidado apenas unos minutos después del pitido final.

Alvaro lo intentó desde lejos con un potente disparo con pierna derecha que a punto estuvo de sorprender al portero fuenlabreño y Qasmi remató fuera de cabeza un medido centro de Alvaro, rubricando una complicada victoria ante un Fuenlabrada que hacía minutos que se había rendido, pero que sacó fuerzas de donde no quedaban para seguir dando la cara hasta el final. El Rayo sacó petróleo en un partido en el que no fue capaz de demostrar su potencial. Lo mejor, la victoria y los puntos que acercan a los vallecanos al play-off de ascenso.