El Rayo volvía a comparecer de visitante por segunda jornada consecutiva dentro de una semana de locos que arrancó con la victoria ante el Espanyol y que finalizó con el duelo ante los manchegos, una vez superado el paso por Oviedo. Iraola volvió a optar por dar oxígeno a su equipo y movió de nuevo las fichas para conformar un once más reconocible en posiciones que ante el Oviedo, pero también novedoso en cuanto a algunos nombres. Saveljich se situó en el centro de la zaga para acompañar al inamovible Catena y Oscar volvió a formar triángulo con Comesaña y Pozo, mientras Antoñín hacía las veces de Alvaro. El técnico sigue buscando el equipo que le dé máximas garantías, mientras prueba jugadores para, además, dar descanso a aquellos que tienen opción de rotar porque las garantías del teórico "suplente" son máximas respecto del teórico "titular".

En el Albacete de López Garai encontrábamos un par de caras más que conocidas por Vallecas. Por un lado, el exrayista Diamanka, que tras pasar por Leganés, Zaragoza, Almería, Numancia y Girona, ahora busca su futuro en Albacete. Hace ya siete años que abandonó el Rayo y, cumplida la treintena, sigue siendo un jugador más que válido para la segunda división. El otro nombre al que nos referíamos apenas tuvo pasado, presente, ni por supuesto futuro en Vallecas. Se trata del 'archiconocido' Roman Zozulya, cedido por el Betis, rechazado por la hinchada vallecana y causa directa de uno de los momentos más esperpénticos y lamentables de los últimos tiempos en el Estadio de Vallecas. Su nombre sigue siendo protagonista, porque hace poco se conoció la sanción al Rayo, que provocó un comunicado y el anuncio de una rueda de prensa que jamás llegó a producirse (al menos, aún no se ha producido). Sobre el terreno de juego, su protagonismo queda muy lejos del que provoca fuera.

Más allá de los nombres propios, de las alternativas y de las peculiaridades de ambos equipos, el Rayo llegaba al duelo en una inmejorable posición para seguir metiendo presión al líder y mantenerse en el tren del Sporting, mirando hacia arriba y soñando con una temporada entre los mejores. En cambio, el conjunto local, siguiendo la inercia de la temporada anterior, partía en puestos de descenso después de haber sumado únicamente una victoria hasta la llegada del Rayo al Carlos Belmonte.

El partido en su primer acto fue aburrido, anodino y falto de calidad, con dos equipos que se respetaron demasiado, se temieron demasiado y se entendieron demasiado en la falta de fútbol. El Rayo intentaba superar las líneas cerradas de los locales, pero no lo conseguía, mientras los albaceteños intentaban acercarse a Dimitrievski buscando a Zozulya por arriba y por abajo, sin encontrarle ni en uno ni en otro intento. Entre las acciones individuales de Isi, estrellándose contra los defensas, la anarquía ofensiva de Antoñín, la 'no presencia' de Pozo y de Qasmi y poco más, se consumía una primera mitad en la que no hubo ocasiones de gol y en la que parecía imposible que el marcador se moviera. Y decimos parecía, porque incluso en un partido en el que no pasa nada, todo es posible. Un saque de esquina en el minuto 42, remate de Boyomo y, por imposible que pareciera, el Rayo se iba al descanso teniendo que remontar el partido.

El inicio de la segunda mitad no pudo ser más trágico para el conjunto de Iraola. Otro balón parado, otro gol para el Albacete. En apenas unos minutos, el final del primer período y el inicio del segundo, el cuadro franjirrojo veía como un inocente e inoperante Albacete tomaba ventaja de dos y obligaba mucho más a un equipo deslabazado y con más corazón que cabeza.

Lo intentó Iraola dando entrada a Alvaro por la izquierda y la apuesta fue buena. El extremo incidió por su banda y generó peligro. Después buscó más mordiente ofensiva con Advíncula por la derecha, que sorprendentemente tuvo buenos minutos. Andrés Martín y Ulloa también comparecieron en el partido. Con el equipo volcado en ataque en busca de la heróica volvió a aparecer la magia de Isi para apretar el marcador. El 'mago' bailó en el área tras recibir un balón de Advíncula y remató por el único hueco que se atisbaba entre dos defensas y el portero. Quedaban diez minutos y el Rayo, igual que había visto perdido el partido, sentía que podía recuperar algo.

Lo pudo hacer Ulloa, también pudo hacerlo Catena, pero bien porque Nadal estuvo acertado o porque los remates se marcharon desviados, el Rayo veía cómo un Albacete pobre y sin fútbol se llevaba los tres puntos ante el apagón del Rayo lejos de Vallecas. Desde la victoria en la primera jornada en Vallecas, los de Iraola no han vuelto a ganar. Hoy tampoco pudo ser.