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RAYO. Crónica

Rayo 1 - Ponferradina 1: Empate en otra batalla sin historia

Los de Iraola apenas inquietaron a una Ponferradina que se adelantó de penalti pero que no pudo aguantar el resultado. Empató Guerrero

Escrito por Sábado, 27 Febrero 2021

    El Rayo Vallecano no pudo pasar del empate ante la Ponferradina (1-1) en un partido que apenas tuvo historia. Siguen las malas sensaciones.

    Rayo 1 - Ponferradina 1: Empate en otra batalla sin historia

    Ficha técnica:

    RAYO VALLECANO (1): Dimitrievski, Advíncula, Catena, Saveljich (A)(A), Fran García, Oscar Valentín, Oscar Trejo (Mario Suárez, minuto 82), Pozo (A) (Joni Montiel, minuto , Alvaro, Andrés Martín y Guerrero (Ulloa, minuto 82).

    PONFERRADINA (1): Caro (A), Amo, Sielva, Larrea (Morán, minuto 76) (A), Yuri, Moi Delgado, Aguza (Juergen, minuto 59), Curro (Romera, minuto 87), Valcarce (Doncel, minuto 59) (A), Paris Adot y Pascanu.

    Arbitro: Muñiz Ruiz.

    VAR: Pulido Santana

    Goles: 0-1. Minuto 65. Yuri de penalti; 1-1. Minuto 70. Guerrero.


    RAYO VALLECANO 1 (Guerrero) - PONFERRADINA 1  (Yuri)


    Buscaban Rayo y Ponferradina el título nobiliario que otorga entrar en el 'Reino del play-off' de ascenso a Segunda División. Lo hacían los vallecanos defendiendo el honor de sentirse herederos de una época dorada en la que incluso llegaron a pensar que asaltar el reinado de Espanyol o Mallorca podía estar al alcance de la mano. La cruda realidad, con dolorosas derrotas en campos de batalla inesperadamente hostiles, les devolvió rápidamente al exilio de una pelea en la que deben medirse con ejércitos de menos nombre, pero de gran potencial en la guerra del cuerpo a cuerpo.

    El otrora Rey del ejército de ataque de Vallecas, Jon Pérez Bolo, llegó al condado vallecano con la intención de dejar su sello una vez más, acostumbrado como está a hundir en la desesperación a un bloque vallecano herido en su orgullo, pero falto del corazón que debe poner en cada contienda todo aquel que salta al campo de batalla con la casaca franjirroja.

    Serían precisamente las tropas leonesas las primeras en atacar para marcar el terreno, encontrándose de frente con una muralla defensiva llamada Stole Dimitrievski que, con dos grandes intervenciones, evitó que los foráneos tomaran ventaja en el duelo. Las piezas estaban desplegadas, el potencial era parejo, nadie destacaba y el resultado era que el ejército del vasco Iraola no descolocaba a su rival, que se sentía cómodo esperando la oportunidad de asediar la estabilidad defensiva de un Rayo que debía dar un paso al frente para convertir Vallecas en ese fortín que tanto condicionaba hace algún tiempo cualquier 'choque'. Lejos queda esa imagen.

    Superada la mitad del primer acto, era la Ponferradina quien buscaba atacar y era el Rayo el que se veía obligado a defender. Así quedaba planteado un duelo que nada tenía que ver con la intención inicial vallecana de hacer un buen comienzo, de ser dominador y de mandar de principio a fin en el juego y en el marcador. Al menos no perdían, aunque las ocasiones más claras fueron para los visitantes.

    Guerrero no hacía honor a su nombre, mientras el Rayo seguía sumido en el pozo de la desesperación que provoca perseguir sombras en un soleado día vallecano en el que ni el estado del terreno de batalla, con césped irregular aunque menos, ni las 'no inclemencias meteorológicas' serían excusa hoy para explicar la razón por la que el Rayo no juega a nada, no inquieta a nadie y no demuestra nada. Poco que rascar de otra primera mitad en la que el equipo estuvo desaparecido, sin alma, sin brío, sin espíritu, sin lucha ni entrega... sin coraje. El que se estuviera perdiendo una buena siesta de tarde de sábado para 'disfrutar' de tremendo espectáculo seguramente todavía esté lamentando la decisión tomada.

    Una vez más quedó claro que la guerra del Rayo nada tiene que ver con el rival que se encuentre enfrente, sino que es un problema interno, de estado de ánimo y de tener las ideas claras. El Rayo debe decidir si quiere dominar o ser dominado, si quiere jugar con la posesión o al contragolpe, si pretende llegar por fuera o jugar en zonas interiores, si echa de menos a Qasmi o quien sea o de más a Guerrero o quien corresponda. El Rayo debe mirar en su fuero interno para buscar las respuestas a sus propias incógnitas y debe hacerlo desde la humildad y el trabajo. Iraola tiene mucho curro por delante, curro del que no mola, que no es nada gratificante. Porque ahí está la clave, en el trabajo.

    La segunda parte de esta historia empezó con las tropas vallecanas desordenadas en busca de una ofensiva que les devolviera el protagonismo perdido. Lo intentó Andrés Martín, que como el resto de compañeros de fatigas, apenas había tenido protagonismo hasta el momento. Su disparo no encontró el objetivo. Fue un primer esbozo del nuevo Rayo que buscaba liderar Pozo, con el estilete ofensivo de la banda izquierda personificado en Alvaro García. Pero ya no hubo tiempo para que Pozo reencontrara su camino, ni para que el Rayo hiciera lo propio. Iraola sentó al malagueño para dar entrada a Joni, y el Rayo vio cómo la Ponfe se adelantaba en el marcador gracias a un penalti lanzado por Yuri para que los de Bolo siguieran agrandando sus hazañas contra el Rayo.

    Pero el fútbol tiene estas cosas. Si la Ponferradina no había hecho nada del otro mundo para ir por delante, tampoco estaba el Rayo en su mejor momento para lograr el empate, aunque terminó llegando tras un buen centro lateral desde la izquierda y un gran remate de cabeza de Guerrero. El partido volvía a su estado inicial y el Rayo ya sí pareció creer que había llegado su momento. Primer gol de Guerrero con el Rayo, por cierto.

    La ofensiva a la desesperada del Rayo, que jugó los minutos finales con Qasmi y Ulloa, y los minutos de descuento con diez por expulsión de Saveljich, mostró la escasez de ideas de un equipo que atraviesa el peor momento de la temporada y que, más allá de la clasificación actual, preocupa por la imagen que proyecta. 

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