Este es el techo del Rayo Vallecano. Y cuanto antes lo aceptemos mejor. Las cuentas nos daban la razón. Equipos como el Mallorca o el Sporting de Gijón iban a tropezar. Pero el problema es que los franjirrojos también. En una semana en la que podían haber sumado 9 de 9 y pegar un puñetazo encima de la mesa, han logrado sumar 4 y gracias.

Porque la sensación no es que sea inferior, superior o igual a sus rivales. Lo preocupante es que parece haber perdido la chispa, el hambre por la victoria y la ilusión por el buen juego que en jornadas del primer tramo del campeonato se mostró. La mejor prueba de ella fue la primera parte del Logroñés - Rayo Vallecano. Ni el mejor cronista del universo sabría qué poder contar de los primeros 40 minutos de partido

Una primera mitad anodina, sosa, repleta de interrupciones, carente de ritmo y que no se animó hasta los últimos minutos en los que vimos algo diferente a un centrocampismo que invitaba a apagar la televisión y dejarse caer en brazos de Morfeo. Paulino lo había intentado para los locales y Bebé y Antoñín para los visitantes pero ni rastro de lo que pudiéramos llamar ocasión de peligro.

Hasta que apareció Nano Mesa que con un soberbio zapatazo intentó sorprender a Dimitrievski desde 35 metros. El macedonio, que está en estado de gracia, se lució como ya hiciera contra el Mirandés con una doble intervención digna de elogio. De los de Vallecas ni rastro y cuando aparecieron, en una jugada a la contra 3 para 3 conducida a la perfección por Álvaro García, el árbitro mandaba parar el partido para atender a Fran García tras un golpe en la cabeza que desató las alarmas. Si en ese momento no empotraste el mando de la televisión contra la pared, te mereces el premio al fair play. Insólito.

El descanso le sentó mejor a los riojanos que a los vallecanos y Nano Mesa se plantó solo mano a mano contra el portero rayista al poco de empezar el segundo acto. San Stole volvió a hacerse grande y convertirse en un muro infranqueable. Del Rayo poco que contar: un disparo lejano de Andrés Martín y un zambombazo de Bebé desde su casa en una falta que a punto estuvo de sorprender a Santamaría.

Iraola movió el banquillo intentando hacerse con el control del encuentro y reemplazando por obligación a Comesaña (con tarjeta) y a Fran García por lesión. Con Pozo sobre el césped el equipo empezó a carburar y a elaborar jugadas. Tampoco nada del otro mundo pero suficiente para que el equipo creyera en sus posibilidades. Catena estuvo a punto de firmar el 0-1 en el 71 y Mario Suárez en el 75. Eran los mejores minutos de los franjirrojos.

Y si Dimitrievski había echado el cerrojo a su portería, Santamaría hizo lo propio con la del Logroñés. El Rayo quería los 3 puntos. Había tardado en darse cuenta 70 minutos. No es que el Logroñés estuviera encerrado, ni mucho menos. Pero ahora cada ataque rayista llevaba verdadero peligro. Trejo se quedó con el molde cuando iba a empalar dentro del área pequeña. Mario Suárez marraba hasta en dos ocasiones una volea a medio metro del portero local. Y Guerrero iba a fallar la última del choque con un disparo inocente a las manos del guardameta.

El técnico rayista ya avisó en su día que la sexta plaza era el objetivo y no quisimos hacerle caso. Vistos los resultados de la jornada, hay que asegurar cuanto antes ese puesto de play-off. Y gracias...