Opinión. La igualdad, como tantas otras cosas en esta vida, se demuestra andando, actuando, decidiendo y con acciones directas. De nada sirve hablar entre bastidores, o al menos no es suficiente. De nada sirve decir que yo apoyo esta o aquella causa y seguir haciendo mi vida como si tal cosa. Hay momentos en los que los acontecimientos nos superan y nos obligan a tomar cartas en el asunto. Y ese momento ha llegado para la primera plantilla masculina del Rayo Vallecano. No vale con que Aganzo diga que los capitanes se han puesto en contacto con él y le han mostrado su apoyo, de poco sirve que se diga que la rueda de prensa ha coincidido con el entrenamiento y por eso no estaban presentes con sus compañeras. De poco o nada sirve que, como en ocasiones anteriores, el capitán de turno (anteriormente Alberto y otros futbolistas) intenten mediar con el presidente. Me falta algo muy importante, la acción directa.
Los jugadores del Rayo deberían haber estado hoy junto a sus compañeras en la comparecencia pública ante los medios de comunicación. Los jugadores del Rayo deberían haber mostrado públicamente el apoyo a las jugadoras del Rayo y no solo con una llamada o una conversación con las capitanas. Las jugadoras del Rayo están peleando por la dignidad de una institución que también les acoge a ellos, porque hay que recordar que Paula, Pilar, Iris, Patricia... son del Rayo tanto o más que Oscar, Isaac, Stole, Mario... por mucho que sus ingresos económicos estén a años luz.
Queremos igualdad pero no luchamos por ella. Pedimos que se mejoren las condiciones de las futbolistas, pero no peleamos por ello. Nadie está pidiendo que se les pague como a los futbolistas de la Primera División, eso es otro cantar y otro debate que a día de hoy no toca. Se pide que se trate a las futbolistas con dignidad y que se les reconozca su condición de trabajadoras de ese Rayo Vallecano que, siendo además representante de un barrio obrero, sigue haciendo el ridículo de manera continuada cada día que pasa. Este Rayo no representa a este barrio.
Los jugadores del Rayo se deberían haber plantado ya. Deberían haber lanzado un comunicado y deberían exigir, con su posición de fuerza, que la tienen y mucha, que sus compañeras dejen de estar maltratadas. La 'anécdota' de no dejarlas aparcar en la ciudad deportiva se convierte en agravio cuando sólo se les hace un test covid en 15 días de trabajo de pretemporada. Aquí ya entramos en el terreno de la salud. Esto pasa a ser vergonzoso cuando piden poder entrar al gimnasio, tener material, tener médico o condiciones para ser tratadas por el fisio. Pero, además, subimos de nivel, cuando hablamos de no tener en regla sus contratos de trabajo. Deficiencia tras deficiencia, el Rayo deja al descubierto el trato a sus jugadoras.
Me da igual que los integrantes de la primera plantilla estuvieran entrenando o recuperándose de un duro día de trabajo. Precisamente estaban haciendo lo que ellas no pueden hacer por todo lo que por fin sale a nivel nacional, un caso flagrante de desigualdad por cuestión de género. Algo que por fortuna parece que sólo ocurre en Vallecas, algo que, por desgracia, ocurre en Vallecas. Ha llegado vuestro turno, os toca mover ficha. Cualquier otra cosa demostrará que, por mucho que se hable por detrás, aquí solo importa cualquier cosa salvo la tan cacareada igualdad. ¿Haréis algo?