Luchar contra los elementos es algo contra lo que el Rayo y su gente de Vallecas está acostumbrado. Pero lo del estamento arbitral es harina de otro costal. Y no es que el rival del filial esta mañana en la Ciudad Deportiva tenga un beneficio explícito por parte de quienes deben impartir justicia. Simplemente hay días en los que es mejor no levantarse de la cama.

Hasta dos penalties claros se comió el colegiado del Rayo B - Leganés B, situación que a la postre iba a significar un importante perjuicio para el equipo franjirrojo que perdió por la mínima a causa de un gol de Solozabal de cabeza al borde del descanso.

Fue en uno de los pocos acercamientos del conjunto pepinero al área rayista. Premio excesivo para un equipo bien replegado atrás que buscaba las transiciones rápidas a través de sus extremos más veloces. El partido parecía condenado al empate hasta que el filial del Leganés aprovechó el balón parado.

Si la primera mitad fue un partido de poder a poder, un pulso táctico entre dos equipos que se conocían de maravilla, la segunda fue un monólogo rayista. El Rayo quiso la pelota, dominó el juego y el ritmo. Sólo tenía que vigilar las contras para evitar el segundo. Y en sus ataques pisó el área con frecuencia siendo trabados hasta en dos ocasiones Manu Navarro y Cuéllar.

El colegiado no señaló el punto de los 11 metros en ninguna de las dos ocasiones. Pese a las ocasiones del filial, incluyendo un disparo de Cáceres que se envenenó tras tocar en un defensor, para salvar un punto en su casa como sucedió en la jornada inaugural, hoy tocaba perder por decreto. Por decreto arbitral.