Cuando nadie daba ni un euro por ellos. Cuando todo parecía perdido y los jugadores estaban casi hundidos. Cuando la salvación era prácticamente un milagro porque estaban a 5 puntos de la salvación con solo 9 puntos en juego... fue entonces cuando cuerpo técnico y jugadores del Rayo B obraron el milagro. No sin esfuerzo, no sin sufrimiento, no sin angustia... Porque no valía solo con ganar sino que tenían que perder los rivales.
Y el filial franjirrojo logró algo que parecía imposible: ganar por tercer partido consecutivo ante un voluntarioso Canillas que puso el suspense en el marcador hasta el descuento del segundo acto. Antes Cuéllar había logrado un doblete más que merecido para convertirse en el pichichi del filial esta temporada.
Durante los 90 minutos el Rayo B tuvo oportunidades de todos los colores para lograr una goleada que le hubiera permitido estar más pendiente de otros resultados que del suyo. Pero en la jornada 34 también tocaba sufrir y perder años de vida. Se ganaba 2-1, no sin cierta angustia.
Pasión por el Rayo con el filial (COMO TODO EL AÑO)
— Pasión por el Rayo + PxR Radio (@pasionporelrayo) May 12, 2024
Arranca la l partido en la City
Min 1
Rayo B 0-0 Canillas
Esto tiene que pasar para que el filial salve la categoríahttps://t.co/MIlcDSjMOv
Cuando el colegiado señaló el final del tiempo reglamentario, futbolistas y cuerpo técnico miraban a los medios rayistas (Matagigantes y Pasión por el Rayo) que les hemos acompañado durante TODO el año a la espera de noticias. Había que mantener la calma. Ni Villalba ni Parla habían terminado y todo dependía de un solo gol. De hecho, los villalbinos también hacían los deberes remontando al Real Madrid C y garantizando su permanencia hicieran lo que hicieran sus rivales. Ellos sí dependían de sí mismos. El Rayo B, dependía de que el Alcalá mantuviera la distancia en Parla.
Fue entonces cuando comenzaron los 10 minutos más angustiosos que he vivido en la Ciudad Deportiva y que solo pueden compararse a los que sentí durante aquel Rayo - Granada que terminó con el Tamudazo. En Los Prados no hubo 8 de descuento sino casi 15. Y con el pitido final, el estallido de alegría de haber podido salvar una temporada que empezó muy bien y que casi termina de forma calamitosa.
Tocaba celebrar (con moderación) una permanencia.