Este Rayo sí que nos gusta. Después de un inicio de partido con dudas, acobardado, temeroso y poco brillante, apareció la mejor versión de un equipo hecho para jugar al fútbol, para triangular y para jugar al primer toque, destrozando cualquier defensa que se ponga por delante.
Ya lo decía Lillo, parecía que la Real tuviera un botón de on/off y que el Rayo hubiera encontrado ese interruptor para cortar la corriente de un equipo que se encontraba completamente enchufado al choque.
Muchas cosas podríamos destacar del encuentro de ayer en Anoeta. La aportación de los centrales, principalmente Tena, con su seriedad y saliendo con el balón controlado, el debut de Sousa, que ya forma parte de pleno derecho de este equipo, la reaparición del añorado y deseado Aganzo, que volvió como el sabe, marcando goles, o la aportación de Collantes por banda, que volvió loca a la defensa guipuzcoana. Pero si algo debe reseñarse es que el fútbol ha vuelto a aliarse con este equipo. Ese fútbol que le abandonó en el encuentro ante el Alicante, el mismo que frente al Levante tampoco apareció, ayer sí, y se volvieron a vivir momentos de juego, de clase, de control, de equipo grande que se pasea por la Liga Adelante como quiere su afición, con la cabeza bien alta.
Al final el resultado puede ser cualquiera, y es verdad que ayer, de no haber sido por ese inocente penalti de Markel, la derrota estaba asegurada, pero no es menos cierto que jugando así, teniendo el dominio y marcando el ritmo, este Rayo va a llegar lejos, muy lejos. La posición en la tabla, que mirándola fríamente podría llevar al desánimo, es ficticia, y visto lo visto, temporal. Ahora solo queda refrendar estas sensaciones ante la U.D. Las Palmas y volver a la senda de la victoria en el Teresa Rivero también.
Un sentimiento, una ilusión… ¡aúpa Rayo, aúpa campeón!
