El Rayo Vallecano perdió ante Levante U.D. (1-2) en un partido en el que pasaron demasiadas cosas y en el hubo muy poco fútbol. Ballesteros fue protagonista.

Ficha técnica:
Rayo Vallecano (1): Dani Giménez, Tito, Raúl Bravo (Pacheco, minuto 45), Labaka (Movilla, minuto 45), Jordi Figueras, Trashorras (Tamudo, minuto 58), Javi Fuego, Michu, Piti, Botelho (R) y Delibasic.
Levante U.D. (2): Munúa, Koné, Nano, Barkero (Rubén, minuto 63), Iborra, Juanfran, Xavi Torres, Ballesteros, Pedro López, Juanlu (Elzhar, minuto 69) y Valdo (Pallardó, minuto 85).
Goles: 0-1. Minuto 9. Valdo; 0-2. MInuto 28. Ballesteros; 1-2. Minuto 70. Tamudo.
Arbitro: Clos Gómez (colegio aragonés).
Incidencias: Partido perteneciente a la quinta jornada de liga (cuarta disputada) celebrado en el Estadio de Vallecas con una afluencia de 8.442 espectadores.
Cuando no hay fútbol, el Rayo pierde. Esta máxima se cumplió esta noche en el encuentro que enfrentó a un Rayo Vallecano muy alejado del equipo con chispa y velocidad que suele aparecer por Vallecas, y un Levante fiel a su estilo y que llevó el partido a su terreno desquiciando a todos y aprovechando el marcador a favor conseguido en la primera mitad.
Pensó Sandoval que ante los levantinos había llegado el momento de mover fichas y el experimento pudo haber salido mejor. No fue así, aunque esto no se debiera en esencia a estas variaciones sino más bien a la dinámica de un partido sin fútbol en el que el Rayo estuvo muy incómodo. El técnico madrileño dejó en la grada a Casado para dar entrada a Raúl Bravo, además prescindió de Arribas para dar una oportunidad a Labaka, ‘apartó’ a Movilla para dar entrada a Trashorras y prescindió de Tamudo dando la alternativa a Delibasic. Muchos cambios para un partido en el que se necesitaba un equipo con cohesión y que estuviera rodado, porque la guerra, como se comprobó a posteriori, requería mucha unidad.
No fue el Rayo ese equipo insistente en ataque y desde los primeros minutos se comprobó que se había producido un cambio de mentalidad que no presagiaba nada bueno. El primer acercamiento tardó en llegar seis minutos, período de tiempo que en cualquier otro partido en Vallecas nos habría brindado tres o cuatro acercamientos al área. Botelho dejó un buen balón en el punto de penalti pero Delibasic no acertó a rematarlo lanzándose de cabeza.
El Rayo no carburaba, no circulaba bien el balón (volver a hablar del césped del estadio de Vallecas ya casi no merece ni la pena) y los visitantes, sin hacer nada, se empezaron a mover en su salsa. El primer remate entre palos del Levante supuso que los valencianos se adelantaran en el marcador y vivieran a ‘favor de las olas’.
Ahí emergió la figura de Ballesteros. El capitán levantinista anotó el 0-2 a la salida de un córner y dirigió a un equipo marcado por las malas artes. El recital que ofrecieron los de Juan Ignacio Martínez fue de libro. Pérdidas de tiempo, piscinazos, protestas, búsquedas del ‘cuerpo a cuerpo’ para volver a caer desplomados… un espectáculo lamentable. Entre tanto, el Rayo seguía sin aparecer y sus tímidos intentos morían casi siempre en la frontal. Trahorras había probado fortuna con un lanzamiento lejano que no vio puerta, consumiendo las escasas oportunidades de un equipo que se mostró debilitado moralmente por el marcador y por su falta de combinación.
En el barullo salió favorecido el pillo y perjudicado el inocente
La segunda mitad vino marcada por varios datos. El primero que, viendo que el partido estaba totalmente perdido, llevó a Sandoval a quemar todas sus naves dejando fuera a Raúl Bravo y Labaka y dando entrada a Pacheco y Movilla. Con esta variación táctica, los franjirrojos consiguieron adelantar posiciones y se acercaron al área de un Munúa que había vivido plácidamente durante toda la primera mitad. El segundo, y más importante, que Ballesteros fue más protagonista todavía y, en una acción absurda, engañó al colegiado haciéndole creer que Botelho le había agredido (una especie de mareo y más pérdida de tiempo, completaron la imagen de un hombre que fue continuamente increpado por la grada de Vallecas).
Piti había recibido una tarjeta amarilla por una acción con Juanfran, que también pareció haber recibido una brutal entrada, así como le había sucedido en el primer período a Nano, que caía desplomado ante un empujón de Delibasic. El fútbol quería aparecer, y lo hacía con cuentagotas por parte del Rayo Vallecano que tuvo la primera ocasión del segundo tiempo en las botas de Piti. La acción combinativa del ataque franjirrojo acabó con disparo del catalán fuera. Instantes después sería Tamudo, que había entrado en sustitución de Trahorras, el que después de una buena acción individual obligó a Munúa a emplearse a fondo para despejar.
La réplica llegó en un potente disparo de Koné al que Dani respondió con seguridad. Y ahí se acabó el ataque del Levante. Un penalti señalado por el colegiado Clos Gómez, sirvió a Tamudo para en el rechace de su propio lanzamiento llevar la esperanza a la grada y encender definitivamente un partido que parecía aletargado. El somnífero del Levante perdió su efecto hasta que Ballesteros se encargó de liarla. El defensa levantinista salía con el balón controlado y Botelho se interpuso en su camino. El resto fue puro teatro. El jugador granota cayó al suelo fulminado, entraron las asistencias, salió cojeando (en primera instancia se quejaba de la cara) y medio mareado… todo un ‘showman’. Con esto, Botelho expulsado y el Rayo a jugar con diez durante un cuarto de hora.
Con defensa de tres y con el equipo volcado, los de Sandoval siguieron intentando la ‘machada’ ante un Levante empeñado en quitarse el balón de encima y en no jugar ni siquiera en ventaja. Piti, Tamudo, Michu con un remate de cabeza y de nuevo Piti cruzando un balón al segundo palo que no encontró rematador, acumularon las ocasiones finales que no sirvieron para premiar el esfuerzo de un Rayo que no jugó bien, pero que luchó hasta el último minuto.
El sábado viaje al Bernabéu donde se supone que «la guerra» será de estilo diferente.
