No se jugaban mucho, pero el orgullo duele. No se jugaban mucho ni los de la franja, que quieren cerrar con sobresaliente el curso, ni los de azul, que pese a su racanería futbolística, lo tienen todo casi hecho. No se jugaban mucho y durante ochenta minutos así lo escenificaron en un descafeinado derbi que se jugó al 'tran tran' durante muchos minutos y que durante media hora pareció encaminarse a un empate que solo contentaba a los visitantes. Pero el orgullo duele y el Getafe se sintió herido con la derrota ante un Rayo del que quizá, como así dejaron claro el año pasado, esperaban menos batalla. Pero este Rayo no parece apoyarse en vecindades mal entendidas, ni en otras cuestiones que podrían enturbiar el buen funcionamiento de este deporte. Cumplieron con su parte en un partido que iba bien hasta que se descontroló.

De repente empezaron las rencillas, las acusaciones, las patadas y los encontronazos. Alexis estaba en muchas, Freddy tambén tuvo la suya, pero quienes se llevaron la palma fueron 'el púgil' Roberto Lago y 'el karateka' Javier Aquino. Un balón en el pasillo central en dirección a la portería de Guaita, una falta de Lago, un choque de ambos en el suelo y, sin más, una pelea en la que el getafense la emprendió a puñetazos, mientras el mexicano se defendía desde el suelo, con resultado de expulsión para ambos. ¿Pero esto qué es? La tensión se podía mascar, la trifulca no fue a mayores, aunque motivos parecía haber para ello y Miku con Freddy decidieron seguir con su recital, aderezado con la presencia de un Alexis que avisaba al venezolano. De ahí al final del partido, malos gestos, malos modos y bronca general.

Pérez Montero lo resumió en el acta indicando que Lago fue expulsado por "propinar varios puñetazos a un adversario con el que había caído al suelo, cuando el juego había sido detenido por una falta previa", mientras que Aquino veía la roja por "soltar una patada a un adversario con el que había caído al suelo, repeliendo un puñetazo previo de éste". Vergonzoso.