Se acaban los calificativos, las expresiones de admiración, respeto y aplauso continuado para la afición del Rayo Vallecano. Si espectacular fue su presencia en el Nuevo Zorrilla hace unas temporadas o en el Ciutat de Valencia este mismo año, lo de ayer, sin autocares promocionados por el club, fue un auténtico espectáculo.

Más de quinientos aficionados franjirrojos se erigieron en auténticos protagonistas desde antes del inicio del encuentro ante el Granada. Durante el himno del equipo local, cuando marcó El Arabi, mucho más con el gol de Pablo e incluso con el 2-1 del propio El Arabi, la gente de Vallecas siguió empujando a los suyos. Con el marcador en contra y a falta de pocos minutos para el final del partido creyeron en la remontada, gritaron 'Rayo, Rayo' con cada gol del Granada y volvieron a dejar claro que "Este barrio nunca se rinde" y que Vallecas es un sitio diferente.

La grada visitante fue un foco de animación que silenció por momentos a los miles de seguidores locales, con respeto, sin menciones directas... simple animación, algo que parece sencillo de decir pero no tanto de cumplir (viendo cómo se comportan otras aficiones).

Ayer, el corazón de Vallecas latió con fuerza y, aunque solo sirvió para sumar un punto, dejó claro que el Rayo nunca caminará solo y que el próximo partido ante el Getafe, el Estadio de Vallecas volverá a ser una caldera, como ayer fue el rincón de 'Los Cármenes' donde el club nazarí sitúa a los aficionados visitantes (lo de las gradas supletorias de algunos estadios merece mención aparte).

Gracias Vallecas. El espectáculo de ayer fue otro de esos momentos para el recuerdo colectivo.