Opinión. Hace algunos años el Rayo Vallecano era mucho más que su primer equipo masculino. Hace algunos años el Rayo Vallecano podía presumir de mucho más que de su primer equipo masculino. Hace algunos años había vida más alla´del primer equipo masculino. A día de hoy, el Rayo Vallecano es Isi Palazón, Trejo, RDT o Dimitrievski y poco más. Lamentablemente, todo lo que hay alrededor del primer equipo franjirrojo es un solar en el que nadie espera encontrar brotes verdes a corto ni medio plazo.

Es triste ver cómo el Rayo Vallecano Femenino tras perder la máxima categoría el año pasado, esta temporada está a un paso de irse a la tercera división del fútbol femenino. Y lo peor es que todo parece cuadrar con lo que durante años se ha venido denunciando. Por debajo de ese primer equipo femenino, tampoco las cosas están mejor (ni de lejos). ¿Alguien encuentra explicación a este desastre? 

Es lamentable ver cómo el Rayo Vallecano B es el peor filial de entre todos los equipos de la Primera División española y mucho más ver cómo un equipo que hace algunos años jugaba en la tercera categoría de nuestro fútbol y que hace nada jugaba fases de ascenso, a estas alturas está descendido y, si no le salvan en los despachos, el año que viene militará en la sexta categoría del fútbol español, ¡la sexta, sí, la sexta! ¿Alguien encuentra explicación a este otro desastre? Ni me atrevo a mirar más abajo de ese Rayo B.

Es doloroso ver cómo el Rayo Juvenil A acaba la temporada con su peor clasificación de los últimos trece años. Un equipo que hace algunos años se codeaba con Real Madrid y Atlético de Madrid, que luchaba y ganaba títulos, y que era el orgullo de una cantera con futuro y repleta de vida, este año acaba no sólo por detrás de los habituales transatlánticos, sino de Rayo Alcobendas y Leganés también. ¿Alguien encuentra explicación a este desastre adicional?

En Vallecas todo el mundo alucina con el Rayo Vallecano, todos nos alegramos del gol de RDT y de las opciones europeas, pero si rascamos un poquito (tampoco es necesario hacerlo demasiado) se puede apreciar que el resto está sustentado en la nada. 

Pero lo peor de todo sigue siendo, más allá de los malos resultados, más allá de los descensos o malas clasificaciones, que nadie dé la cara, que nadie explique qué está pasando y que todos se escondan bajo el paraguas infinito del jefe de todos, que tampoco dará explicaciones ni tomará decisiones que hagan mejorar esto. Ni hay brotes verdes ni se esperan. Todos sabemos que hay explicación para todos estos desastres.