El fútbol volvía a Vallecas tras la gran noche copera y lo hacía para devolvernos a la realidad de una liga que, desde que ha empezado 2022, no ofrece más que disgustos y sensación de agotamiento para el Rayo.

El cambio de chip buscaba el revulsivo franjirrojo, pero en apenas ocho minutos y un disparo a portería, la esperanza empezó a diluirse. El Osasuna, equipo aguerrido y trabajador, había entrado mejor al partido y, gracias al gol de Moncayola, en la puesta en escena ya mandaba sobre el terreno de juego y en el marcador.

El partido no había arrancado nada bien para un Rayo que hoy debía apoyarse en la calidad de Comesaña y el trabajo de Oscar Valentín en el centro, con Nteka por el medio de enganche y Radamel Falcao en punta. El plan de descanso de Iraola para Trejo o Guradiola no aportaba nada extra a un equipo agotado mentalmente y atenazado por no encontrar el fútbol fácil, dinámico y vertical de la primera vuelta del campeonato.

Casi tuvimos que esperar hasta la primera media hora de partido para escuchar el primer 'Uuuuuy' de la grada. Fue un centro lateral desde la izquierda rematado fuera por un Isi que, pese a todo, estaba en posición de fuera de juego. El Rayo tenía muchas dificultades para atacar a un Osasuna bien pertrechado atrás.

Con el fondo de Bukaneros vacío y tras el desalojo de la afición de Osasuna que ocupaba el córner de Teniente Muñoz Díaz, la caldera de Vallecas se heló y la primera parte se consumió sin apenas atisbo de recuperación franjirroja, que pagó su falta de frescura cuando Rubén García anotó un golazo a falta de cinco minutos para el descanso. El Rayo reflejaba sobre el terreno de juego la crispación general del entorno. Vallecas y el Rayo hoy 'molaban' menos.

La segunda parte obligó a Iraola introducir variaciones en el equipo buscando algún revulsivo. Lo buscó con Sylla y con Trejo, dejando fuera a Isi y al central Saveljich. Pero una vez más, gran parte de la atención seguía puesta en la grada y el palco. Así sigue Vallecas.

Entonces apareció la magia de Trejo, jugador diferencial en este Rayo, que dirigió las hostilidades de un segundo tiempo en el que el equipo mordió y gozó de ocasiones en remates de Nteka o Falcao que no terminaron por meter a los vallecanos en el partido. El encuentro había cambiado de rumbo y se mantenía a falta de un gol local para encender la mecha, con Osasuna a la espera de un a acción suelta o de que el cansancio local anestesiara el choque.

Así llegamos a último cuarto de hora en el que la desesperación tomó el mando y en el que apenas algún latigazo de rabia de Trejo salvaba levemente el honor de un partido atascado que deja al Rayo 'tocado'. Kike García, en el descuento hizo más honda la herida del equipo vallecano. A restañar heridas antes de seguir en la lucha.