Opinión. Hace no mucho tiempo que había una máxima del fútbol que decía aquello de a entrenador nuevo, victoria segura, seguramente basada en pura fábula y en el cambio que experimentan determinados jugadores o equipos ante la llegada de un nuevo entrenador.
En el Rayo no se ha cumplido una regla no escrita que no tiene ningún valor científico, pero que nos sirve para envolver esta columna de opinión en la que vengo a hablar de entrenadores.
Debo reconocer que la destitución de Francisco me pilló por sorpresa, como a la mayoría, por mucho que algún listillo venga a decir que ya lo barruntaba. Y debo decir que, sinceramente, no creo que Francisco fuese el único culpable de la situación por la que atravesaba el equipo. ¿Que me preocuparon las caras de los futbolistas tras la derrota ante el Sevilla? Sí, eso ya os lo dije en su momento, pero ¿que Francisco sólo, no había llevado al equipo a esa situación? También lo creo. Y, además, añado, soy de la opinión que Francisco hubiera terminado salvando al equipo, pero como eso ya es algo que no se podrá saber, lo dejamos ahí.
La llegada de Iñigo Pérez, que a todos os ha despertado la ilusión de disfrutar del Rayo de Iraola me vuelve a traer a la cabeza un pensamiento que tenía por ahí guardado desde hace tiempo. ¡Qué inteligente fue Iraola en su día! No tanto porque tuviera o no un proyecto en Inglaterra, sino más bien porque en el Rayo había tocado techo y dejar el equipo cuando estás en la cúspide, y no cuando te has hundido, te garantiza dos cosas: por un lado, que todo el mundo te idolatre cuando las cosas se tuercen y, por otro, tener las puertas abiertas cuando se den las circunstancias. Porque nadie dudaría que se ha ganado el derecho a volver a Vallecas, ¿verdad?
Dicho esto, vayamos con el nuevo entrenador del Rayo. Lo primero que debemos pensar es ¿qué méritos ha acumulado Iñigo Pérez para tener el privilegio de comandar un proyecto de salvación como el del Rayo? La respuesta fácil y directa es: Ninguno, porque ser segundo entrenador, ser un buen segundo entrenador no te garantiza tener la capacidad para llevar al éxito a un equipo de Primera División.
Lo siguiente que me planteo es que si con Míchel fue bien ¿eso garantiza que con Iñigo también vaya a ir bien? Pues no, entiendo que tampoco. Que conozca el club, al presidente, a los jugadores, a la afición e incluso a la prensa es una gran ventaja, pero de ahí a conseguir victorias sobre el terreno de juego va un mundo.
Vale, ¿entonces? ¿Quiere esto decir que no me parece adecuado que Iñigo Pérez sea el entrenador del Rayo? Ni muchísimo menos, no quiero decir eso. Pese a todo lo comentado hasta aquí, que creo que es cierto, Iñigo me parece que llega con un discurso tranquilo y pausado que vendrá muy bien a un vestuario al que ya habían llegado los nervios y la incertidumbre. Ver a un doble de Iraola en él me parece un error, pero si al final todo sale como él espera, ¿a quién le importarán las comparaciones, siempre odiosas, comparaciones?
Su primer contacto con el primer nivel fue todo un éxito. Se enfrentó al Real Madrid, superó un gol en el minuto 3, plantó cara al líder, el equipo no se descompuso, tuvo opciones y fue sólido en defensa. Buenos principios para un entrenador sin experiencia, conocedor del club y el entorno. Un hombre tranquilo en el que todos confiamos para recuperar la sonrisa poco a poco. Bienvenido y a por todas.
Por cierto, el primer resucitado un tal Raúl de Tomás en el que todos confiamos para levantar esto.