Después de más de dos semanas sin fútbol, la Liga vuelve a encender los motores para enfilar uno de los tramos decisivos de cara a la recta final antes del parón navideño. En este tiempo de compromisos internacionales hemos podido asistir a un curioso fenómeno que se viene amasando desde que James Rodríguez firmó por el Rayo Vallecano. Y no es otro que el hecho de que el entorno de un futbolista (prensa, seguidores colombianos) intentan opacar a una institución de 100 años de historia: el Rayo Vallecano.
Colombia caía estrepitosamente en sus dos recientes compromisos. Resultados que se suman a los tampoco nada buenos de la anterior ventana de selecciones. Y el análisis que la prensa (algunxs) y la afición colombiana (la mayoría) están haciendo en los últimos días ubica la responsabilidad a 8000 kilómetros del país americano.
Primero la culpa fue de Íñigo Pérez, un entrenador que según los gurús del fútbol colombiano solo busca ser protagonista él castigando con la suplencia al mejor jugador de la historia de los tiempos que, por lo que sea, lleva media década sin hacer (casi) absolutamente nada. Después lo fueron sus actuales compañeros de vestuario quienes, tras el sesudo análisis de 15 minutos de un partido no le querían pasar el balón. Y ahora, la culpa ya es del Rayo Vallecano como institución.
Es un delirio lo de la prensa y la afición en Colombia... Si gana, 'Efecto James'. Si pierde, 'Efecto Rayo'.
— NachmanVk (@NachmanVk) November 22, 2024
No vais a encontrar en tiempo un artículo más demencial que este... (ni siquiera el que ya está en camino y llevará mi firma) pic.twitter.com/ElDg2WTwnL
Porque el Rayo ha permitido que el mayor jugador de todos los tiempos haya perdido la ilusión por ganar con su selección Colombia. Y da absolutamente igual que fuera el propio técnico del combinado cafetero quien aseguró que se notaba el trabajo físico que James venía haciendo en el Rayo y que le estaba sirviendo para ponerse en forma. El relato ya estaba montado en las redes donde día sí y día también no faltan los insultos y descalificaciones hacia Vallecas, el Rayo, su entrenador, sus jugadores o su afición.
El que menos culpa tiene de todo esto es el propio futbolista, James, quien en su periodo de readaptación al ritmo de juego del fútbol europeo empieza a acusarlo físicamente. Poco o nada ayuda tener que hacer 16.000 kilómetros cada 3 semanas con este indecente calendario. De momento ni una sola palabra ha salido de su boca sobre el club, sus compañeros o el cuerpo técnico que intenta volver a hacer brillar su estrella. ¿Alguien en su sano juicio piensa que no queremos que marque 50 goles y nos meta en Champions? Pero es que la situación del jugador aún no da para esa posibilidad. Ni remotamente. Ni siquiera para poder liderar a su selección contra una Ecuador con 10.
Y si antes se daban los resultados y ahora no, la culpa no es del Rayo, ni de Íñigo, ni del camarero que le pone el café en la Ciudad Deportiva. El futbolista necesita alejarse del ambiente tóxico que llega desde Colombia a través de sus corresponsales de prensa que sólo preguntan por James una y otra vez en cada rueda de prensa. El colombiano necesita tiempo y tranquilidad que no aportan sus fanáticxs que vomitan su odio por la franja cuando las cosas no van como ellxs quieren.
Muchxs en el Rayo quieren a James. A quienes no queremos es a ustedes.