Decíamos en la previa que el Racing de Ferrol - Rayo Vallecano era una prueba de fuego para el equipo rayista para confirmar todas las buenas sensaciones que habíamos vivido en el mes de diciembre. Y en el primer partido del 2025, el equipo franjirrojo mostró su faceta 5 estrellas.

En un día tremendamente desapacible en la localidad gallega de Ferrol, el partido de dieciseisavos de final de Copa del Rey estuvo marcada por la lluvia. La real, la climatológica que cayó inmisericordemente durante todo el día sobre el césped de A Malata y dificultó el juego técnico de locales y visitantes. Y la de goles, la metafórica de un Rayo en plena inercia al que le sale de todo.

Porque no se entiende de otra forma que en la primera llegada de peligro Pacha Espino se sacara de la chistera un zambombazo de más de 30 metros que se colaba por la escuadra de Yoel. A diferencia de Palencia y de Salamanca, al Rayo se le ponía el partido de cara desde el inicio y eso lo supo aprovechar para jugar, por una vez, con el viento a favor.

La propuesta de los gallegos era atractiva y el Rayo sufría en la zona ancha donde perdía rápidamente la pelota ante la presión local. Pero en los últimos metros los de Ferrol se atascaban ante una imperial defensa rayista formada por Balliu, Mumin, Lejeune y Pacha Espino.

Cuando peor lo estaba pasando el Rayo llegó el segundo tanto de los de Vallecas en una jugada de tiralíneas al primer toque. De Frutos recibía al borde del área, caracoleaba y mandaba a guardar con un derechazo la pelota. El 0-2 dormía el partido y mandaba a los equipos a vestuarios para corregir errores y aciertos a nivel táctico.

Los primeros minutos del segundo acto fueron un monólogo del equipo de Ferrol. Castro mandaba al palo el primer disparo de la segunda mitad poniendo el corazón en la garganta de los casi 150 rayistas desplazados. El Rayo sufría y retrocedía en su presión ante un Racing de Ferrol envalentonado. Querían meterse en la eliminatoria. Y cuando mejor estaban llegó la sentencia de un De Frutos que emuló a los mejores cabeceadores del fútbol español para ponerla abajo junto a la cepa del poste.

La lluvia real no cedía. La lluvia de goles, tampoco. El Rayo intentaba llevarse a Vallecas una goleada. Pero el esfuerzo extra lo iba a pagar en los últimos minutos cuando Álvaro puso el 1-3 en el 90 y el equipo gallego mandó el balón al palo en la siguiente jugada en lo que pudo haber sido el 2-3. No hubo tiempo para más goles pero sí para más lluvia. Y sobre todo, para una ronda de Copa del rey más para el Rayo que podría jugar con su afición en octavos de final.