Este no es un San Valentín como otro cualquiera. En este 14 de febrero de 2025 celebramos el primer aniversario de amor hacia el Rayo Vallecano de Íñigo Pérez. El entrenador que se encontró un equipo casi hundido a nivel anímico ha logrado devolver la alegría a vestuario y afición rayista a base de trabajo y sencillez.

Este es un aniversario diferente a lo que cualquiera hubiera imaginado. Y más cuando después de cerrar la primera temporada parecía que el equipo no terminaba de coger vuelo. Por el camino, el técnico navarro ha tenido que lidiar con uno de los mayores incendios que se haya encontrado en un vestuario. Y ello le ha costado algún que otro disgusto de forma indirecta que llegó a afectarle a nivel personal.

Pero cuando la pelota entra, los análisis suelen cambiar su veredicto final. Probablemente nos hayáis oído decir desde la pretemporada en Portugal que este Rayo de Íñigo Pérez puede jugar mejor o peor pero siempre compite y se deja cada gota de sudor sobre el césped. Después ganará, perderá o empatará pero el esfuerzo no se negocio.

Es por ello que su primer año ha sido muy diferente a sus inicios. Ha sido un año tan extraño y diferente hasta en el hecho de haber tenido 366 días al ser bisiesto. Las cifras empiezan a respaldar su trabajo. En Copa del Rey ha logrado 3 victorias y 1 derrota en un mal resultado de un sorteo mientras que en la Liga suma 37 encuentros con 12 victorias, 13 empares y 12 derrotas.

Íñigo Pérez tiene un porcentaje de victorias en primera división muy similar al de Paco Jémez o Andoni Iraola, dos técnicos que lograron algunas de las mejores clasificaciones del equipo en la élite del fútbol español en este siglo XXI.

Pero más allá de la clasificación y del cortoplacismo de los resultados, lo que el técnico navarro ha logrado es convertir su Rayo en una familia donde los futbolistas son amigos más que compañeros. El técnico ha logrado recoger el legado espiritual de Andoni y elevarlo a nivel profesional y personal.