Cinco jornadas consecutivas sin ganar en el último tercio del campeonato son demasiado. Sobre todo para un equipo con aspiraciones europeas. Aunque en honor a la verdad, el Rayo nunca estuvo obligado a pelear por Europa y sí a sellar una permanencia que con 37 puntos parece casi definitiva. Trejo y Pedro Díaz no lograron evitar el adiós a una posible clasificación para competiciones europeas porque esa se perdió en los despachos durante el mercado de invierno.

El planteamiento inicial del encuentro parecía pasar por meterle máxima intensidad al encuentro para aprovechar el supuesto cansancio de una Real Sociedad que venía de disputar una exigente eliminatoria europea en Manchester con un jugador menos en la segunda mitad. Sin embargo, los de Imanol Alguacil consiguieron quitarle la pelota al Rayo en los primeros compases del encuentro con un centro del campo inspirado.

Tanto es así que antes de la media hora los donostiarras ya estaban por delante en el marcador. El malentendido defensivo a balón parado permitía a los visitantes adelantarse con una volea de Zubimendi libre de marca desde el punto de penalti. Una calamidad que destrozaba en mil pedazos el sueño europeo del Rayo Vallecano.

Pese al dominio y a las buenas sensaciones, los de Vallecas no lograban la igualada. La única gran ocasión la tuvo Óscar Trejo pero el guante de Remiro mandó a córner su disparo desde la frontal del área. La Real juntaba mucho sus líneas y al Rayo le costaba mucho circular con el balón entre líneas en un día sin demasiada claridad de ideas en la zona ancha.

La segunda mitad fue harina de otro costal. Si los de Íñigo Pérez tenían reservas suficientes para meter una marcha más quedó demostrado nada más empezar el segundo acto con una gran jugada de Álvaro García que volvió a toparse con el inspirado cancerbero txuri-urdin. Sin embargo, nada iba a poder hacer pocos minutos después ante el zapatazo del chocota.

El Rayo por fin encontraba el premio del gol y lo hacía con una gran internada por banda derecha y un inteligente movimiento de arrastre de Étienne Etoo, recién incorporado al terreno de juego, llevándose al central y dejando espacio libre para la llegada del 8 franjirrojo que tras controlar y fintar la ponía en el ángulo haciendo inútil la estirada de Remiro.

Fueron los mejores minutos de un Rayo enchufadísimo. El equipo quería la pelota y buscaba la remontada por todas las vías posibles. La iba a encontrar y de qué forma. Pedro Díaz volvió a demostrar que solo sabe hacer golazos. La jugada combinativa le iba a dejar sólo en la frontal y sin pensárselo soltó el latigazo con su pierna derecha al ángulo raso del palo derecho del guardameta. Imposible de parar. 2-1 y 20 minutos por delante para comprobar si los franjirrojos aguantaban el envite europeo.

No iba a a ser así. Porque la batalla táctica desde el banquillo la ganó la Real. Los cambios adormecieron a un león con hambre que había dado la vuelta al marcador y envalentonaron a la presa casi cazada que vio el resquicio por el que escapar de su depredador. Los de Vallecas interpretaron los cambios como una llamada a la pausa. Los donostiarras, como un toque de rebato. Y Mariezkurrena estuvo a punto de dar un disgusto a la parroquia rayista.

Apenas 4 minutos después de entrar el canterano lograba el empate a 2 aprovechando un rechace en el punto de penalti que se coló entre un mar de piernas vallecanas. 10 minutos después hubiera ganado él solo el partido de no haber sido por el paradón semanal de Augusto Batalla.

El partido nos había reservado lo mejor casi para el final. Aunque en vez de disfrutar del encuentro, los rayistas se fueron a casa con la desagradable sensación del adiós a Europa.