Corren malos tiempos para el filial del Rayo Vallecano. El conjunto entrenado por Jimeno se encuentra a falta de nueve jornadas con el agua al cuello y, lo que es peor, con una dinámica negativa de la que es muy complicado salir. El tramo final de competición, en el que todos los equipos exprimen al máximo sus fuerzas para lograr sus objetivos, depara un escenario complicado pero repleto de retos para un conjunto joven e inexperto que no esperaba encontrarse en esta tesitura cuando arrancó el presente ejercicio.

Los franjirrojos, tras los insulsos empates con el Sanse y el Alcalá, acuden a un estadio de grato recuerdo para el club vallecano. El Helmántico será el escenario en el que se vivirá una nueva final por mantenerse vivo en el Grupo I de la Segunda División B. De nada sirve mirar atrás, de nada sirve lamentarse por los puntos perdidos ante este o aquel, ahora es tiempo de 'apretar los dientes' y mirar únicamente hacia el futuro. Ninguno de los integrantes de la plantilla del filial quiere formar parte del grupo que devolvió al Rayo B a la Tercera División -después de lo que costó lograr el histórico ascenso- y pondrán todo su empeño en lograr la permanencia.

A Salamanca se desplazará un notable grupo de aficionados del Rayo que, recordando épocas pasadas con el primer equipo, darán color, luz y vida a las gradas del estadio salmantino. Alrededor de trescientos aficionados acompañarán al Rayo B en su viaje y animarán para que los Isma, Rober, Alcañiz, Sáez y compañía sientan que Vallecas no les deja solos en su momento más complicado.

Siete puntos separan al Rayo B de su objetivo de permanencia sin tener que sufrir un agónico play-off para evitar caer de nuevo al pozo sin fondo de la Tercera División. Enfrente estará el Salamanca, un equipo confeccionado para lograr el retorno a la Segunda División, pero al que los resultados tampoco han acompañado, ocupando actualmente la octava posición a seis puntos del Fuenlabrada, que cierra el selecto grupo de equipos que se clasifican para el play-off de ascenso. El cambio de entrenador, con la llegada de Jose María Hernández, hasta ahora entrenador del filial, pretende ser el giro que el grupo necesita para alcanzar la liguilla.

En Salamanca se vivirá un partido agónico entre dos equipos que afrontan la recta final del campeonato sin haber alcanzado su nivel y que lucharán por devolver a los suyos la confianza prestada.