Ni se ha ganado ni se hubiera perdido la liga. Ni se ha conseguido un puesto en play-off ni un lugar en el pódium de ascenso. Nada de eso se ha conseguido todavía. Algunos dirán que son tres puntos más, que es una victoria importante por lograrse en Vallecas y por cómo se puso el partido. Otros pensarán en que todo pudo haber sido mucho peor. La realidad es que el Rayo consiguió esta noche una victoria de campeonato, de las que refuerzan el discurso, de las que potencian la moral, de las que disparan el optimismo. Nada tiene que ver el renombre o no del rival, buen partido por cierto del Alcorcón, o si el Rayo finaliza cuarto, sexto, undécimo o penúltimo. Lo importante hoy tiene relación con las sensaciones, esas a las que tanto se alude y que, hoy, en un partido que se puso cuesta arriba en la segunda mitad, se convirtieron en las grandes protagonistas. El Rayo, con sus sensaciones, dio la vuelta a un partido que se puso negro y que cambió desde entonces.

El arranque del choque evidenció los diferentes estilos de dos equipos que mutarían por momentos a lo largo del partido. El Rayo empezó mandando, tenía posesión, dominaba el ritmo y llegaba para inquietar a un Alcorcón que afrontó el partido empeñado en tener mucha paciencia, en no descolocarse, en esperar su momento. La experiencia de lo sucedido la temporada pasada en Santo Domingo pareció volver a sobrevolar las cabezas de los que pudimos vivir aquel partido en el que el Rayo se atascó y el Alcorcón aprovechó sus opciones para llevarse los tres puntos.

Con la vuelta de Trejo al once y De Tomás a la convocatoria el Rayo tenía mucho ganado. Además, Míchel fue valiente y dio galones de titular al joven Akieme, sentando a Alex Moreno. Con la dupla argentina (Trejo-Chori), el técnico buscó las conexiones, las alianzas y la ventaja para las llegadas de Embarba, Baiano y Akieme, que estuvieron a buen nivel, tanto de compromiso como de fútbol. El primer período arrancó con dos llegadas, de Embarba y Baiano, que se marcharon fuera, y con Chori Domínguez 'hiperactivo'. En cambio, los vallecanos tenían dificultades para encontrar a Trejo que, recién salido de su lesión, estuvo mucho más comedido que en ocasiones anteriores. Media hora de juego constante, con remates lejanos fallados y con Casto deteniendo con seguridad, darían paso a un primer avance de los alcorconeros, que tras quitarse de encima la presión vallecana, buscaron con algo de fe las inmediaciones del área de Alberto.

En la segunda mitad el partido parecía anestesiado. Ambos querían ganar, pero los dos tenían miedo a perder. Ninguno, aunque el Rayo seguía dominando, quería dar el paso definitivo para volcarse en busca de los tres puntos. Nada cambió hasta que una acción a balón parado, con resultado de gol para el Alcorcón, precipitó los acontecimientos. El técnico visitante dio entrada a Cardoso y, a diferencia de lo ocurrido con los propuestos por Míchel (Guerra y De Tomás), este movimiento sería providencial para el desarrollo final de un partido que parecía totalmente atascado. Un saque de esquina rematado de cabeza por Cardoso ponía el 0-1 a falta de veinte minutos para el final, provocando la metamorfosis de un Rayo que se volcó entonces en busca de la heroica. Alex Moreno entraría en lugar de Baiano y el Rayo se lanzó a tumba abierta en busca del empate.

Primero, Javi Guerra estrellaría un remate en el larguero de la portería de un Casto que había vivido con relativa tranquilidad hasta entonces, pero que sufriría muchísimo en la recta final del partido. Todo parecía en contra. Un gol, un remate a la madera, continuas llegadas sin rematador final... Velázquez disparando al lateral de la red, pero el Rayo no se desesperó.

Los vallecanos siguieron insistiendo, conscientes de tenerlo todo perdido y de que cualquier cambio que se produjera en el devenir del partido solo podía tener consecuencias positivas para sus intereses. Dicho y hecho. Alex Moreno, nadie sabe muy bien cómo, lograba el milagro y ponía el empate a falta de ocho minutos para el final. Pero, aunque la alegría fue inmensa, todavía quedaba otro capítulo por escribir en un libro en el que los cambios de guion fueron constantes en una recta final frenética e impredecible. Guerra remató como pudo un envío desde el lateral, fuera. Todo parecía perdido (o recuperado en parte), hasta que De Tomás, en el minuto 91 acertó sorprendiendo a Casto, también a balón parado, para llevar el delirio a una grada que celebró el XXV Aniversario de Bukaneros como merecía la ocasión, con una victoria épica. Las sensaciones positivas, la victoria, de campeonato.