Visitaba el Rayo Vallecano el estadio de Anoeta 28 meses después de aquella trágica tarde que mandó a los de Vallecas virtualmente a Segunda División. Y lo hacía con la idea de superar los fantasmas de aquella derrota y de paso olvidar la goleada recibida 72 horas antes contra el Alavés.

Para la misión Míchel retocó ligeramente su 11 de las últimas jornadas dando entrada a Gálvez en la línea defensiva y a Comesaña, Medrán y Bebé en el mediocampo para dar descanso a Ímbula y Álvaro García y cubrir las bajas de Ba y Elustondo.

Los primeros 20 minutos tuvieron un claro dominador: la Real Sociedad. La primera ocasión para Mikel Merino con un pase filtrado a los 2 minutos ya puso en apuros a Alberto. Apenas con tiempo para reponerse del susto Zaldua enviaba un balón a la espalda de la defensa rayista y en el mano a mano Bautista superaba al guardameta del Rayo. 

Igual que sucedió contra el Alavés el partido se ponía cuesta arriba casi desde el inicio y pudo ser aún peor si Alberto no se hubiera tomado la revancha ante Bautista sacando una mano milagrosa cuando Anoeta ya cantaba el segundo. El Rayo no estaba cómodo sobre el césped y la salida del balón por Santi Comesaña se veía constantemente obstaculizada por la presión del cuadro txuri-urdin. 

Lo intentaban los de Vallecas con un Raúl de Tomás muy activo que estuvo a punto de convertir la primera que tuvo al rematar en escorzo un centro al primer palo. Pero el Rayo sufría en la medular. Comesaña no encontraba con quién asociarse y la Real olía la sangre con cada pérdida del centro del campo rayista.

Todo iba a cambiar pasada la media hora del partido tras un incomprensible error de Rulli. Cuestionado entre la hinchada desde hace varias temporadas por su inseguridad aérea, era incapaz de atrapar un balón colgado y rechazado en el área. Advíncula, que había llegado al segundo palo, aceptaba el regalo y mandaba el esférico a la red. El Rayo conseguía la igualada cuando tal vez menos lo merecía.

La pitada que la grada dedicó a su guardameta y el hecho de encontrarse en esa desafortunada jugada con las tablas en el marcador desactivó a los donostiarras. Cinco minutos después recibían el 1-2 tras un dudoso penalti cometido sobre Bebé que Trejo se encargaba de transformar de manera poco ortodoxa: fuerte y al centro.

En los últimos 10 minutos de la primera parte y los primeros 15 de la reanudación el Rayo supo controlar el tempo del partido y adormecer a un rival que todavía no entendía cómo la tortilla se había dado la vuelta. Garitano reactivó a la Real desde el banquillo incorporando a Illarra y William José que al poco de entrar estuvieron a punto de fabricar el empate con sendos cabezazos que rozaron la madera.

No se amedrentó el Rayo y Kakutá la tuvo con un disparo escorado que tapó un Rulli más preciso en el segundo tiempo. Corría el reloj hacia los últimos 10 minutos cuando William José encontró premio a su constancia aérea. La parábola cruzada de su cabezazo besaba las mallas para ponerle picante al final del partido y haciendo justicia a lo visto en la segunda mitad.

El marcador ya no se movería más. Ambos equipos parecían firmar las tablas tras verse sin los puntos durante amplias fases del encuentro. Y no fue por falta de ganas del público local que no dejó de apretar durante todo el encuentro, aunque en el nuevo Anoeta varios metros más cerca del césped. El punto ya viaja hacia Vallecas, pero la redención tendrá que esperar.