El Rayo llegaba al derbi frente al Getafe con serias urgencias. De los últimos cuatro compromisos, tan solo se había conseguido dos puntos de doce posibles. Los de Michel presentaban hasta cinco cambios respecto al partido en Butarque de hace dos semanas.

La primera mitad fue muy descafeinada en cuanto a ocasiones en Vallecas. Michel salía con la idea de frenar la sangría goleadora que estaba sufriendo el Rayo Vallecano en este inicio liguero, y los jugadores de la franja se pusieron el mono de trabajo defensivo. El equipo fue sólido y solidario, con constantes ayudas defensivas impidiendo que el Getafe pudiese crear peligro.

Sin embargo, en el minuto 3 de partido, una pérdida de balón de Imbula en el centro del campo, permitía a Arambarri plantarse solo delante de Alberto y hacer que éste se luciese. El capitán vallecano sacaba el pie para evitar que los de Bordalás mancillaran el marcador. Primer aviso, y único en toda la primera mitad.

No fue hasta el minuto 15 cuando el Rayo dispuso de su primera gran ocasión. Un centro desde el córner izquierdo según atacaba el Rayo, servía para que Amat prolongase en el segundo palo, y Gálvez a punto estuvo de engatillar para abrir el marcador. Sin embargo, David Soria anduvo muy atento y pudo atajar evitando así mayores problemas.

No hubo más ocasiones en una primera mitad muy trabada, de muchas imprecisiones y con constantes faltas que frenaban el ritmo de juego. Ni Rayo ni Getafe disponían de la posesión, un partido de ida y venida sin mucho espectáculo.

La segunda mitad fue otra historia. Parecía que las consignas en los vestuarios habían sido totalmente diferentes a las del inicio del choque. Ambos equipos daban un paso al frente, proponiendo más ofensivamente para adelantarse en el marcador.

Quien avisó primero fue el Rayo Vallecano. Adri Embarba corría por el carril derecho un balón en largo. Levantó la cabeza y quiso poner un centro que se fue envenenando y acabó estrellándose en la madera de la portería de David Soria. Nueve minutos después, el Rayo trenzaba una gran jugada en ataque y Álvaro García levantaba el periscopio y ponía un balón al segundo palo que milagrosamente rozaba Cabrera para evitar el remate a placer de Raúl De Tomás.

Pese a ser el Rayo quien tomaba la iniciativa, quien golpeó primero fue el Getafe. Los de Bordalás obtuvieron el premio en el minuto 63 de partido. Foulquier se elevaba dentro del área y superaba por arriba al debutante Akieme para perforar la portería de Alberto. Antunes ponía un caramelo a la cabeza de Foulquier. Se adelantaban los visitantes.

Dicen que quien golpea primero golpea dos veces… y así fue. Jorge Molina se internaba dentro del área por el carril izquierdo y ponía un pase al segundo palo. Sergio Akieme, en su ímpetu por evitar que Mata alcanzase ese balón franco, introducía el pase en su propia portería. Demasiado castigo para el Rayo y para el joven debutante. En tan solo cuatro minutos el Getafe veía puerta en dos ocasiones.

Pero Vallecas, lejos de decaer y dejar solo a su equipo, animó más que nunca. El Rayo, que había mostrado mucha solvencia defensiva en la primera mitad, había sido muy vulnerable en la segunda. Tocaba pues, tomar la iniciativa ofensiva. Y así fue como en el minuto 73, el pichichi del equipo, Raúl de Tomás, empalaba de primeras un centro de Akieme desde el costado izquierdo para recortar distancias. Gran gol que ponía el partido patas arriba.

A partir de aquí, un rocoso Getafe evitó que el Rayo pudiese hilar más ocasiones de peligro. Los de Bordalás tenían las ideas muy claras: evitar a toda costa que el partido pudiese desarrollarse con normalidad, interrumpiendo constantemente el juego. Hasta tres jugadores getafenses necesitaron las asistencias por presuntos calambres y molestias.

El colegiado mostró hasta diez cartulinas amarillas y una roja en el choque, muestra de la intensidad con la que se jugó el partido.

El partido finalizó con una acción de gran mérito de Akieme evitando que Mata tuviese su premio, tras pillar a la contra a los de Míchel.

Con este 1-2 finalizó el partido, dejando un amargo sabor de boca en toda la afición vallecana puesto que aún no se ha saboreado la victoria en el estadio.