Opinión. Siempre he sido de la opinión de que las aficiones, al igual que los jugadores, necesitan una especie de pretemporada para poner en forma sus gargantas y encarar un campeonato regular. Este año el rayismo no la ha tenido por las obras, la no celebración de su tradicional Trofeo y la posterior clausura del estadio.

Los de siempre y los nuevos, todos abonados rayistas, se han encontrado de sopetón en plena competición de primera división. Y así pasó: volaron los puntos frente al Sevilla, sin que nos enterásemos, y los del Alavés cuando Ba decidió que ya estaba bien de pasar calor. Hasta que no nos hemos visto en el fango del descenso no nos hemos dado cuenta de lo que hay en juego. Aprobamos frente al Espanyol y la animación fue de 'notable' contra el Getafe, pero seguimos sin llegar al sobresaliente.

Un sobresaliente que solo conseguiremos cuando los 12.000 que acudimos al estadio de Vallecas comprendamos que cada partido de los 15 que quedan en nuestra casa es una final. Siempre se ha dicho que Vallecas gana puntos y no hay mejor manera de demostrarlo que hacerle ver al rival que va perdiendo 1-0 desde la primera vez que pisa el césped. La reacción tras el autogol de Akieme es el camino a seguir.

Vallecas pondrá en juego 45 puntos de aquí a que acabe el campeonato. Una cifra que te da la permanencia y por ello el estadio tiene que ser una fiesta. Hay que morder desde la grada desde el minuto 1 al 90. Hemos vuelto a primera y hay que disfrutar al máximo de cada encuentro, porque nadie sabe dónde estaremos el próximo septiembre.

Nadie se merece más que la afición celebrar por fin una victoria. Pero si algo nos ha demostrado la vida en Vallecas es que nada se logra si uno no da el 100% de lo que tiene dentro. La pretemporada se ha acabado. ¡Ha llegado nuestra hora!