Un Real Madrid – Rayo Vallecano nunca va a ser un partido más. El club más poderoso del mundo contra el club obrero por excelencia es una lucha de poderes, una lucha de clases. Y este año viene con un aliciente especial: la mala dinámica de ambos equipos.
El Real Madrid ha empezado el año de forma muy agitada. Con cambio de entrenador incluido, los de Solari se encuentran a 5 puntos del líder. Pese a encajar 5 derrotas en liga en 15 partidos (algo sorprendente en el conjunto merengue), los blancos no quieren desengancharse de la pugna por ser el campeón este año. Motivados por dos victorias consecutivas ligueras (dejando de lado el bochornoso 0-3 frente al CSKA en Champions), buscarán la tercera consecutiva que les permita marcharse al Mundialito de Clubes con los deberes hechos.
Por su parte, los de Michel vienen tras caer en Sevilla frente al Betis por 2-0. Partido muy pobre el del Benito Villamarín, sin argumentos y donde el Rayo volvió a demostrar sus carencias en el juego. Los de la franja se encuentran penúltimos en la tabla, a 4 puntos de distancia de la salvación que marca ahora mismo el Villarreal. Ganar o ganar deben ser las consignas para las batallas que vienen por delante.
El Bernabéu, el teatro de los sueños. Estadio que ha albergado final de Champions League, final de Mundial FIFA, final de Copa Libertadores (algo inédito). Estadio dónde los jugadores pasan exámenes continuamente, dónde puedes ser muy grande o muy pequeño. Estadio perfecto para girar el rumbo vallecano. Escenario idóneo para decir: hemos venido para quedarnos.
El Rayo tiene una oportunidad única para expulsarse el miedo, para demostrar que puede combatir a cualquiera, sea cual sea su escudo, su nombre o el precio de sus jugadores. El miércoles el Bernabéu estallaba contra sus jugadores, pitos y más pitos por su juego deficiente. El Rayo debe conseguir esa melodía de nuevo el sábado en Chamartín.
Nadie dijo que el regreso a la élite fuese sencillo, todos sabíamos a que se iba a enfrentar el Rayo. Nueva batalla en la que los chicos de Michel deben dejarlo todo en el campo, por la franja, por el escudo, por el barrio, por su afición.