Opinión. Hoy en mi columna de opinión no voy a hablar del Rayo de Míchel, ni de la liga de Tebas. Hoy no voy a hablar de Raúl de Tomás, ni de los horarios de los que mandan en esto. Hoy quiero hablar de lo vivido ayer con una futbolista del Rayo Vallecano y con un equipo de la Liga Femenina que la lio en las redes sociales.

En el partido entre Rayo y Barcelona, la jugadora del conjunto catalán Andressa Alves fue expulsada con roja directa tras encararse con Sheila y dirigirse a ella de manera antideportiva. La falta de Sheila fue clara y la expulsión tras la reacción de la brasileña también. Hasta ahí, todo dentro de lo normal.

Lo lamentable es lo que ocurrió después, cuando empezaron a hablar los protagonistas, o los que se creen protagonistas, y cuando, un club como el F.C. Barcelona, no fue capaz de gestionar las declaraciones de su técnico levantando un reguero de comentarios y denuncias incontroladas en las redes sociales y en determinados medios de comunicación.

El entrenador blaugrana, a través del medio oficial del Barcelona en su sección femenina, declaró que “Andressa Alves reaccionó así al recibir un insulto racista y eso es un tema muy grave que tenemos que erradicar entre todos”. Echa la denuncia pública, recogida por los medios más importantes de este país, ya no parece que pueda haber presunción de inocencia.

Ante los titulares y los artículos teledirigidos en favor del equipo poderoso, Sheila decidió defenderse en las mismas redes sociales en las que muchos la tacharon de racista. La jugadora negó los insultos y afirmó que “no se va a manchar mi imagen cuando en ningún momento he dicho insultos racistas a la jugadora del Barsa”.

Vamos con la reflexión. La colegiada del encuentro estaba cerca de la jugadora del Barcelona y no recogió nada en el acta. Seguro que no escuchó nada. Además, las jugadoras del Barcelona, lejos de ir a recriminar nada a Sheila, lo que intentan es frenar a su compañera. Seguramente ellas tampoco escucharon nada. Decir de manera ambigua que ha habido un “insulto racista” es algo tan vago y tan general que resulta complicado de creer. El decir que Andressa es una jugadora extranjera que recibe un insulto racista es no decir nada concreto.

¿A qué se dedica el Barcelona? ¿El club catalán lanza estas afirmaciones de su técnico sin contrastar nada más? No quiero decir que el entrenador se lo haya inventado, tampoco quiero decir que la jugadora se lo haya inventado. Quizá entendió mal, precisamente por ser extranjera, que es una de las razones que se esgrimen para justificar el supuesto insulto. O quizá realmente Andressa estaba tan enfadada por la falta de Sheila que no pudo reprimirse y se lanzó a por ella. No sé qué se dijeron, la rayista dice que le dijo que se pusiera a jugar, es su versión. En cambio, sí sabemos cuál fue la reacción de la jugadora del Barcelona, eso quedó patente en las imágenes.

En primer lugar, debería haber sido la propia jugadora la que denunciase públicamente el insulto (sería todo más creíble) y, en segundo lugar, hacer público qué insulto le dedicó supuestamente Sheila podría hacer entender todo este reguero de noticias.

Lo más lamentable de todo es, por un lado, que un club como el Barcelona sea incapaz de gestionar esto de una manera mucho más profesional, pero, sobre todo, que haya determinados medios que no hacen ni puñetero caso al fútbol femenino pero que de repente convierten en noticia nacional y mundial un simple lance de fútbol enmarañado por una afirmación sin contrastar y que nadie, absolutamente nadie, parece haber oído. Vergonzoso se mire por donde se mire. Y Sheila, sin lugar a dudas, es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Y el Barcelona y, por supuesto, su técnico, deberían pedir disculpas públicamente a la jugadora y al Rayo Vallecano.