Alex Moreno, el autor del gol del último ascenso del Rayo Vallecano, se quiere ir. No he encontrado mejores palabras para definir a un jugador cuya situación se ha convertido en uno de los culebrones del verano.

El Betis llegó hace tiempo a un acuerdo con el futbolista ofreciéndole la posibilidad de seguir jugando en primera, en uno de los clubes históricos de la Liga y, supongo, con una sustanciosa mejora económica de su contrato. Cualquiera hubiera entrado por el aro y más conociendo como está el Rayo institucionalmente hablando.

Pero lo que ni el Betis ni Alex Moreno imaginaban es que las negociaciones se iban a complicar a nivel de club. Pese a bajar a segunda, con la merma económica que eso supone, el Rayo no quiere bajar sus pretensiones de cobrar 12 millones por el extremo reconvertido a lateral. Los mismos que rechazaron 5 kilos por un Abdoulaye Ba muy irregular quieren ahora sacar partido de la renovación invernal que se le hizo a Moreno cuando se le subió sueldo, cláusula de rescisión y se le amplió el contrato. O tajada para todos o para nadie.

En un alarde de originalidad nunca antes visto en el mundo del fútbol, el jugador ha metido presión a su equipo saliendo en la prensa para decir que ha sido muy feliz, que está muy agradecido, pero que se quiere ir para afrontar "nuevos retos". Hasta ese día probablemente nadie por Vallecas podía reprocharle querer salir de un club con una estructura casi tercermundista para buscar un futuro mejor. Pero forzar la máquina no suele ser buena estrategia ante el Rayo ni ante su afición. Me diréis que, al menos, ha ido de cara y no como otros. No os falta razón. Pero para mí, al igual que los 'otros' Álex Moreno se la está jugando a cara o cruz.

Si sale cara, todos felices con dinerito fresco en el bolsillo (menos el Betis, claro está) y los nuevos retos, además de a una mejora salarial, le conducen a la titularidad, a jugar Europa con los sevillanos, a progresar como jugador y quién sabe si a levantar algún título. Ahí están los ejemplos de Michu o de Iago Falqué que conquistaron la gloria al dejar atrás Vallecas. Diego Costa o Saúl podrían ser otros casos de trampolín desde el Rayo, pero ambos nunca fueron propiedad de los de Vallecas y su marcha era tan lógica como esperada.

La parte en la que nadie piensa o de la que nadie habla es la cruz. Habiendo negociaciones todo apunta a que el fichaje llegará a buen puerto, pero ¿y si no es así? ¿Con qué cara te presentas a entrenar en un club en el que no quieres estar? En la historia del fútbol ha pasado, pasa y pasará, pero no es la afición rayista una de esas que terminen de acostumbrarse a jugadores que no peleen por la camiseta (años atrás habría dicho "que no sientan" pero ya me he desengañado).

De esa cruz también pueden hablar jugadores como Alberto Bueno, Larrivey, Jozabed o, más recientemente, Fran Beltrán. Una cruz de retos perseguidos, pero no alcanzados (de momento), de suplencias (de momento) y en algunos casos de 'carne de grada' (de momento, una vez más). No considero que Álex Moreno tenga más o menos talento que los anteriormente citados (ni siquiera creo que a los anteriores les faltase talento): sus virtudes (velocidad, desborde, llegada...) están ahí igual que sus defectos (repliegue, vigilancia de marcas, juego a la espalda, precisión en los centros...). Pero en la gran mayoría de casos de salida de jugadores del Rayo a otros clubes para progresar, quedó demostrado que los talentos individuales brillaban mucho más en conjunto que en solitario.

Mientras esperamos a saber de qué lado cae la moneda, yo sigo soñando con lo bonito que sería volver a ver el concepto de 'one club man' por Vallecas. Ese fútbol de antes donde los jugadores empezaban y terminaban su carrera en un único equipo. De la cantera a los despachos. Impensable con la dirección empresarial de la actual Junta Directiva del Rayo. Eso sí que es una cruz.