RAYO VALLECANO 2 - S.D. HUESCA 0

El Rayo Vallecano ha superado la cuarentena. 39 días después de su última victoria en Liga (vs Lugo) el conjunto franjirrojo volvió a sumar de 3 en 3. Eligió para la ocasión a su víctima favorita de esta temporada, el Huesca de Míchel al que ganó 0-2 en la ida y al que ha vuelto a ganar por idéntico resultado en la vuelta.

El recibimiento al 8 de Vallecas fue como debió haber sido su despedida: rodeado de (algunos) de los suyos, pisando el césped de la que fue su casa durante más de dos décadas y entre una clamorosa ovación. El ahora entrenador del Huesca tiene a su equipo asentado en los playoff de ascenso (y a 6 del líder) y nadie quería imaginarse que fuera él el que diera al traste con los sueños del ascenso del Rayo. El VAR y un Jorge de Frutos en plan estelar le iban a negar esa posibilidad.

Comenzó muy animoso el partido. Como si el Rayo Vallecano hubiera por fin entendido tras casi 30 jornadas que o sale a comerse el césped o en esta segunda división tan igualada no hay nada que hacer. El máximo exponente de esto fue el citado De Frutos que, si bien había dejado algunos detalles en Ponferrada y en Miranda de Ebro, aún no había exhibido su mejor versión.

Suyas fueron las mejores ocasiones de los primeros 45 minutos. Primero un cabezazo que salvaba in extremis el guardameta oscense. Luego un zapatazo que haría temblar el larguero de Teniente Muñoz Díaz. No era fútbol gourmet, pero al menos los visitantes sufrían para intentar achicar agua. Al abordaje se sumarían un voluntarioso Advíncula y un siempre peligroso por alto Catena.

Cuando parecía que era cuestión de minutos que llegara el gol lo hizo pero en la portería contraria. Okazaki mandaba el 0-1 a las redes y solo la intervención del VAR evitó el drama. Mano en el inicio de la jugada y vuelta a la igualada. Los casi 8000 corazones que habían dejado de latir en Vallecas no se recuperaron hasta el descanso. Casi como el juego de los vallecanos. Con el susto en el cuerpo los de Jémez volvieron a ese juego monótono que de vez en cuando terminaba en ocasión. El omnipresente De Frutos volvería a rozar el gol al borde del descanso. El destino le tendría preparada la redención en la segunda mitad.

El dominio franjirrojo en las ocasiones, que no en el juego, continuó en los segundos 45 minutos. Pero el marcador no se movería hasta que Ais Reig señaló un polémico penalti por mano de Josué. Tras verlo repetido en el VAR reafirmó su decisión quizá viendo un pequeño movimiento del codo para taponar el disparo de Trejo. Uno de esos penaltis que si te caen en contra te acuerdas de todo el sistema arbitral. Álvaro Fernández rechazó el penalti, pero el propio Mario Suárez mandaría la pelota a dormir de un suave cabezazo.

Con el 1-0 en la mochila la suerte empezó a sonreír al Rayo. Casi como si hubieran encontrado un trébol de cuatro hojas que se fue deshojando para dar los tres puntos a los vallecanos. Solo en el área pequeña Mikel Rico la enviaba al palo. Dimitrievski y Catena salvaban sobre la línea el empate. El trébol iba quedándose sin suerte que repartir hasta que De Frutos envió con la pierna derecha un misil teledirigido a la escuadra desde el vértice izquierda del área grande. Habíamos pasado del posible empate en dos clarísimas ocasiones al 2-0. Era el minuto 73 y, aunque las normativas de la Liga aseguran que hay que seguir jugando hasta el minuto 90 más el añadido, el partido terminó ahí.

El Rayo Vallecano necesitaba esta victoria. Ante su público y ante uno de los gallitos de la categoría al que ha tuteado tanto en la ida como en la vuelta. El Huesca vino a jugar y solo la mala fortuna (y el VAR) evitaron que sacara algo positivo de Vallecas. El punto de inflexión que necesitaban los de Jémez. Justo antes de la controvertida visita a Albacete. Pero esa será otra historia.