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RAYO. Columna de opinión

El fútbol ya no parece uno de nuestros problemas

Nno voy a dar la espalda a una realidad que siendo del barrio, viviendo en el barrio, siento con tristeza y con extrema amargura"

Escrito por Domingo, 30 Agosto 2020

    Opinión. "Vallecas es un barrio luchador, le va en el ADN, pero tiene tantos problemas y tan profundos que el fútbol ya no parece serlo".

    El fútbol ya no parece uno de nuestros problemas

    Opinión. Quizá no todos estaréis de acuerdo conmigo en que en Vallecas hay algo más importante que el fútbol, algo más importante que un nombre, más importante que un momento o una categoría. En Vallecas siempre ha habido un especial interés por unir todo eso con un sentimiento de pertenencia por encima de lo normal, con una adhesión y un orgullo por unos colores y un escudo, por un nombre y unas siglas, que seguramente no tendrán muchas similitudes con lo que sucede en otros lugares.

    Lo dije hace muchos años. El que llegaba a Vallecas se quedaba para siempre. Estoy hablando de fútbol, pero estoy hablando de mucho más. Acceder al Estadio de Vallecas, sí, ese estadio semi-abandonado durante años y años, casi 'tocado' de muerte en su estructura vital y con tantas deficiencias técnicas, era sinónimo de orgullo y felicidad para miles de rayistas que sentían que entraban a su casa. El ambiente de ese lugar era único, inigualable, y siempre me gustó compararlo con los ambientes cerrados y opresivos de los estadios del norte de España. Entrar a Vallecas era respirar un ambiente de fútbol añejo, repleto de recuerdos y sentimientos, algo que, desgraciadamente, se han encargado de eliminar de un plumazo de nuestro fútbol. Cuando era pequeño soñaba con entrar a los grandes estadios, vivir los grandes partidos, disfrutar de victorias épicas... descubrir Vallecas borró por completo esas vagas ideas que en mi mente de niño parecían maravillosas.

    Vallecas es un barrio luchador, le va en el ADN, pero tiene tantos problemas y tan profundos que el fútbol ya no parece serlo. No creo que sea cuestión de hace unos meses, de una pandemia o de algo temporal. Parece que para el aficionado medio de Vallecas algo tan importante como su Rayo ya no es razón de lucha. Y que nadie me malinterprete, no es una crítica, sino una realidad que he ido palpando a lo largo de los últimos años.

    Creo que lo que está pasando en el Rayo es de una gravedad extrema y que se discute únicamente en las redes sociales, en internet, en mensajes de ida y vuelta que no enganchan, mientras la realidad del barrio va por otro camino. Es cierto que Vallecas vive como ningún barrio de esta puñetera ciudad la crudeza de las crisis, que la situación económico-social, además de la epidemiológica, es profunda, gravísima. Lo sé, no voy a dar la espalda a una realidad que siendo del barrio, viviendo en el barrio, siento con tristeza y con extrema amargura. Pero hablando de fútbol, la afición del Rayo parece anestesiada.

    Que no haya ningún movimiento en la sección femenina me parece un ataque feroz al sentimiento de este barrio. Que el filial vaya perdiendo piezas por el camino y además se 'maltrate' a los que están más cerca del primer equipo es síntoma de una decadencia que parece programada. Que, mientras el resto de clubes tenga todo atado en cuestión de equipaciones, abonos y otras cuestiones vitales, el Rayo siga anclado en el mes de febrero, es una desgracia.

    Nos hemos acostumbrado a que "en el Rayo todo se hace tarde", "en el Rayo todo se hace mal", "en el Rayo"... sin darnos cuenta de que ese discurso nos ha terminado consumiendo. La anestesia es total. Vuelvo a repetir que no es una crítica, sino mi percepción de la realidad. Reconozco a mucha gente frustrada, quemada, sin fuerzas para revolverse entre los que hace unos años 'daban la vida por su Rayo'. El hartazgo termina por consumir las fuerzas de los más valientes y el paso del tiempo lima cualquier aspereza.

    Que el fútbol se haya convertido en un deporte que se ve por la tele (quien tenga posibilidades de verlo) ha terminado por romper el fino cordón umbilical que unía en los últimos tiempos a barrio y club. Aquí no hay estandartes dentro del campo ni en el vestuario, no hay nada a lo que agarrarse. Y el orgullo de Vallecas, su equipo femenino, su cantera y su ilusión, distan mucho de ser lo que fueron hace décadas. Los tiempos han cambiado demasiado y Vallecas ha perdido o está perdiendo parte de lo más grande que tenía. Y ahora no hablo sólo de fútbol, sino de mucho más.

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