Ni el mejor guionista cinematográfico o televisivo hubiera firmado un giro de la trama como el que el vivido este miércoles en Leganés. Durante el segundo partido amistoso de los de Vallecas, un jugador que había sido apartado de los entrenamientos (debido a su negativa a renovar por el sueldo mínimo) le dió la primera victoria de la pretemporada al equipo de Iraola. Una genialidad en un guión tragicómico llamado Rayo Vallecano. 

Porque desde hace algunos años parece que todo le pasa al club de la Albufera. Como que los jugadores tengan que esperar más de media hora a las puertas del estadio donde juegan como si fueran un equipo amateur. O como que a falta de 10 días para el inicio de la competición haya roto con su firma de ropa deportiva y juegue sus partidos con ropa de entrenamiento de una marca con la que no jugará el resto del año (muy probablemente Umbro). 

Los franjirrojos, o mejor dicho, los rosáceos sin franja (así no creo que se puedan optar al Oscar al mejor vestuario) volvieron a plantear en Butarque un partido muy serio como ya hicieran 5 días atrás ante el Éibar. El 11 titular se va pareciendo al que peleará por el ascenso con una línea defensiva que empieza a carburar (Advíncula, Velázquez, Catena y Fran García) no sólo atrás sino también arriba.

Se asomaba la zaga al ataque (ocasiones de Advíncula y Catena en el primer tiempo, y de Fran García en el segundo) queriendo demostrar que tienen mucho que decir en los galardones a categoría secundaria de un equipo en el que Santi Comesaña e Isi son de momento los grandes protagonistas por los que pasa el fútbol rayista. Un Rayo al que le sigue faltando eficacia a la hora de convertir sus ocasiones. Pese a las 4 o 5 nominaciones, se fue al intermedio sin premio. 

Tras la reanudación y los primeros cambios, el Leganés se entonó y comenzó a llegar con peligro al área de Morro. Por la mente de los espectadores volvió a pasar la idea de que en la primera ocasión clara para los blanquiazules llegaría el primer gol pepinero. Pero el larguero, primero, y el lateral peruano, después, evitaron que volviéramos a tener la sensación de haber visto esta película más de una veintena de veces.

La cantera comenzaba a cobrar peso en el césped con los cambios de Mario Hernández, Sergio Benito y Joni Montiel. Iraola reactivó a su equipo con sangre fresca y verticalidad. El Rayo volvió a hacerse con el control y con el peso de las ocasiones. La velocidad de Álvaro García estuvo a punto de ponerle en ventaja. Pero la de Avilés, canterano del Leganés que el Rayo B ya sufrió en sus carnes, casi le cuesta el disgusto cuando la proyección estaba a punto de llegar a su fin. En el mano a mano, Morro salvó a los vallecanos.

Y por si un héroe de última hora nos parecía poco, emergió la bota izquierda de Joni Montiel que transformó desde el pico del área un soberbio gol de falta con el que celebraba la renovación que íbamos a conocer poco después. Un inesperado giro de guión al más puro estilo hollywoodiense donde 'los malos' no se salen con la suya. Ojalá pronto veamos muchas más secuelas.