El Rayo Vallecano volvía a Anoeta cinco años después de aquella nefasta aparición que consumó un descenso de categoría y lo hacía dispuesto a plantar cara a un equipo que, todo ese tiempo después, ha crecido para convertirse en una de las alternativas a los puestos europeos de la liga española. R. Sociedad y Rayo juegan a cosas distintas esta temporada, pero en noventa minutos...

Esa era la esperanza de Iraola y los suyos, que la Real, tras su derrota en el Camp Nou, no entendiera la importancia del choque ante los vallecanos y, embriagados por la montaña rusa de emociones que supone la vuelta de 8.000 espectadores a su estadio, perdieran el rumbo. Para conseguir sorprender a los vascos, el técnico vallecano recuperó a Saveljich tras el experimento fallido de Mario Suárez en Nervión y, además, movió la cocktelera para que la entrada de Merquelanz y Andrés Martín de inicio hicieran tambalearse a un equipo que recuperaba a Isak, pese a perder a Illarramendi.

El partido arrancó con la Real Sociedad tirando de galones y de favoritismo para marcar el ritmo del partido, pero también con el Rayo avisando a balón parado con un remate de cabeza de Saveljich a la salida de un córner. Diez primeros minutos y el equipo estaba sólido y bien plantado sobre el césped. Defensivamente hablando, el Rayo mostraba valentía en la presión en campo contrario y solvencia principalmente con el trabajo de Balliu en el costado diestro.

La Real no inquietaba a Dimitrievski, pero confiaba en la calidad individual de sus jugadores de ataque para ir solucionando jugadas ofensivas. Silva bailó sobre una baldosa dentro del área pero su remate fue finalmente despejado a córner. El balón parado empezaba a ganar protagonismo en un choque igualado en el que el Rayo seguía trabajando a buen nivel para incomodar a su rival.

A falta de cinco minutos para el descanso, una escapada de Alvaro García metió más presión a una defensa que tuvo que emplearse a fondo para evitar que el pase de la muerte llegara en ventaja a Andrés Martín, que acompañaba la jugada por el centro. Buena primera parte del Rayo que se llevó el susto de los primeros cuarenta y cinco minutos en un lanzamiento de falta de Oyarzábal que exigió a Dimitrievski para salvar en dos intentos una acción que pudo haber cambiado el rumbo del choque antes de volver a vestuarios.

La segunda mitad arrancó con la Real Sociedad dando un paso arriba y con Silva errando una clarísima oportunidad de gol en los primeros cinco minutos. Los donostiarras querían meter un puntito más de velocidad a sus acciones de ataque, provocando que los franjirrojos tuvieran que hundirse por momentos unos metros más atrás para seguir manteniendo intacta la portería de Dimitrievski.

Antes de los diez minutos Andrés Martín aprovechaba una gran acción de Merquelanz para rematar al larguero. El Rayo avisaba y seguía a lo suyo. Catena primero y Saveljich después buscaron el gol en un nuevo córner que acabó con el argentino rematando desviado.

Pero la Real Sociedad no se iba a amilanar y tras un lanzamiento de falta de Oyarzábal con posterior remate de cabeza obligaría a Dimitrievski a despejar un balón que se terminaría estrellando contra el palo derecho de su portería. Era el preámbulo de lo que sucedería poco después cuando Balliu 'bailando una jota' iba a cortar con la mano un tímido intento de remate sobre portería. El brazo arriba del lateral no presentó ninguna duda para el colegiado.

Oyarzábal, con la tranquilidad y calidad que le caracterizan, iba a engañar a Dimitrievski para subir el 1-0 al marcador y dejar en nada el gran esfuerzo de un Rayo que, visto lo visto, no merecía tal castigo.

Iraola movió el banquillo buscando alternativas con Ciss, Bebé y Nteka y el portugués iba a ser el que probase fortuna con un remate lejano que pasaba junto al palo. El Rayo seguía buscándolo, pero la Real quería sentenciar. Lo tuvo Isak, pero volvió a toparse con el mejor del partido para los franjirrojos: Stole Dimitrievski.

El partido seguía avanzando con un Rayo voluntarioso, que no terminaba de golpear, y con una Real a la que le valía sobrevivir y llevar el partido a un punto muerto que le valiese para sumar los tres puntos. No hubo alternativa y el Rayo terminó sumando su segunda derrota consecutiva, aunque con otras sensaciones.