Volvió el fútbol a Vallecas y volvió la emoción en franjirrojo. Ese gusanillo, esos nervios y ese ansia de ver a los nuestros de nuevo en nuestro estadio batiéndose el cobre contra los gigantes de la Liga. El derbi contra el Atlético de Madrid puso a toda la afición del Rayo Vallecano en alerta desde la primera hora de un lunes atípico que no terminó como nos hubiera gustado. Porque todxs esperábamos mucho más de un Rayo que estuvo desaparecido toda la primera mitad y lo pagó muy caro.

Francisco volvió a apostar por su 11 fijo con la única novedad de un Raúl de Tomás con hambre como ya demostró en el último cuarto de hora de Granada. Había que poner dinamita en el terreno de juego para intentar contrarrestar a un Atlético de Madrid que tampoco reservó nada. Y eso que su banquillo estaba plagado de estrellas.

Se respiraba ambiente de día grande en los aledaños mezclado con esa sensación de frustración cuando un año más vuelve a haber problemas de acceso en el primer partido en casa. Muchxs no pudieron evitar el disgusto de hacer una larga cola para poder entrar pero al menos se evitaron el del gol de Griezmann en el primer minuto del choque. El pase medido de Rodrigo de Paul solo y libre de marca era un caramelo que el francés, solo y libre de marca, supo mandar a la red.

Apenas dos minutos le había durado estar imbatido a Dimitrievski y el Rayo seguirá sin poder sumar tres partidos consecutivos sin encajar en primera división. Una caraja de manual permitir jugar a dos futbolistas de tanta calidad sin presión. Algo que vimos repetido poco después. El 0-2 le hizo daño al aficionado rayista que al 15 de juego vio como Saúl ganaba línea de fondo tras un pase filtrado y le daba el gol en bandeja a Memphis Depay.

Pudo haber más porque cada transición rápida del Atlético de Madrid dejaba a varios jugadores colchoneros frente a un Dimitrievski que no daba a basto. En el inpass hasta el tercer gol se desperezó algo el Rayo que pudo acercarse en el marcador con un disparo lejano de Trejo o una clara ocasión de Óscar Valentín que se quedó a centímetros de rematar a bocajarro un córner. Los uys pasaron a ser ays cuando tras el cambio de Depay el Atlético aprovechó otro error defensivo rayista para dejar mano a mano a Nahuel Molina que batió por bajo al guardameta normacedonio rayista.

El descanso dejó la amarga sensación en el corazón del rayismo de los rojiblancos no solo estaban ganando por fútbol sino también por actitud, por intensidad... Y eso en Vallecas es algo imperdonable. Francisco agitó el árbol metiendo a Nteka por Trejo y a Ciss por Unai. El resultado fue un equipo algo más eléctrico e intenso en la presión y que robaba con más velocidad el balón. Rápido y peligroso en ataque llegando a posiciones de disparo. Pero el marcador seguía empeñado en mostrar un 0 en nuestra cuenta.

El siguiente en entrar en escena fue Camello para intentar traducir en goles las mejores sensaciones franjirrojas en la segunda mitad. Ni Pacha Espino muy manso ni Álvaro García, que llegó a los 200 partidos con la franja, a las nubes inquietaron a un relajado Oblak.

Con el típico desfile de público un lunes noche laborable con desventaja de 3 goles llegó el cuarto tanto, el quinto, el sexto y el séptimo de los rojiblancos en sendos fallos de la zaga y de Dimitrievski. Morata no perdonaba en el mano a mano ante Dimi que después le regalaría la manita a Correa cerca del 80. Con el equipo desarbolado

Los de Francisco que ilusionaron y sorprendieron estuvieron desaparecidos en una noche aciaga para el olvido. Mucho que mejorar pero los 6 puntos son un auténtico tesoro. Pese al hundimiento.