Quien haya escuchado En Clave de Franja en Pasión por el Rayo Radio y nos haya leído a través de esta página sabrá que es casi un mantra que venimos repitiendo a lo largo de toda la temporada: este Rayo sabe competir. Nunca le pierde la cara a ningún partido y pese a que las cosas puedan salirle mejor o peor, su lucha es innegociable. Le da igual jugar con 10 que con 11, contra el Barcelona o contra el Valladolid. Su pelea por lograr la permanencia es continua y contra el Athletic Club pudo sumar de 3, de 1 y acabó perdiendo en un choque abierto, emocionante, lleno de altibajos y que se le escapó entre los dedos.

Apenas había arrancado el partido y ya teníamos a Nico Williams haciendo de las suyas por la banda izquierda y encarando mano a mano a Augusto Batalla. Ratiu le incordió lo suficiente cuando iba a cargar la pierna evitando el 0-1 cuando aún mucha gente ni siquiera se había sentado.

La ocasión pareció arrugar un poco a la zaga rayista que volvió a llevarse un susto poco después con otra jugada entre los hermanos Williams. Los leones cargaban el área buscando un remate providencial que les diera ventaja en el marcador. Los de Vallecas se fueron asentando. Poco a poco. Con fogonazos aquí y allá. Igualando en intensidad a los rojiblancos. Puro sentido común.

Y en la jugada más inocente iba a llegar el primero de la tarde-noche. Indecisión de la zaga athleticzale tras un saque de puerta de Augusto Batalla y el más listo de la clase aprovechaba la fallida cesión para meter la bota y superar por arriba a Agirrezabala. El tiempo pareció detenerse mientras el balón volaba por el aire y botaba lentamente para acabar traspasando la línea de gol.

Nteka ponía fin a su sequia goleadora esta temporada y a la del Rayo Vallecano de paso que no había anotado en los dos últimos encuentros (recordemos que el gol contra Las Palmas fue obra de McKenna en propia puerta.

El tanto le sentó bien al Rayo, como es lógico, y llenó de dudas a la zaga vizcaína que arriesgaba al máximo en cada jugada ante los balones en largo y la presión rayista. El efecto se fue diluyendo de camino al descanso en cuanto los de Ernesto Valverde adelantaron líneas. Ruiz de Galarreta distribuía fútbol entre líneas a una y otra banda pero los disparos bilbaínos (Yuri, Nico...) no encontraban el premio de la igualada.

Tras el paso por vestuarios ambos equipos empezaron muy timoratos. Como si no quisiesen perder la ventaja (uno) ni arriesgar demasiado a la espalda (otros). Eso se tradujo en tímidos acercamientos que no inquietaban a ninguno de los dos cancerberos.

Mientras eso sucedía el tiempo transcurría inundando de esperanzas a los corazones rayistas que ya se veían con 19 puntos en la clasificación y una vida pirata que entonar en un post-partido a la altura de la previa. Lo tendría cerca. Y más cuando Álvaro García se plantó solo frente al cancerbero bilbaíno para abrir brecha. Su remate seco se encontró los guantes de Agirrezabala negándole la que pudo ser la sentencia.

El fútbol no perdona y es implacable. Tras esta ocasión llegaría el carrusel de cambios de ambos equipos y el tanto de la igualada. Nico Williams se llevó el balón en una serie de rebotes y su centro al segundo palo lo aprovechó Sancet para batir a Batalla con una volea cruzada. Quedaban 25 minutos y empezaba un nuevo partido.

En ese choque estuvo más listo el Athletic quien volvió a marcar poco después en otra jugada de elaboración con pase a la frontal y disparo cruzado de Sancet que firmó su doblete y la remontada. La afición rayista pareció apagarse y el equipo quedó noqueado sobre el césped. Tan solo un disparo de Lejeune puso en peligro la remontada.