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COLUMNA DE OPINIÓN

¡Qué fácil es ser feliz!

La gran victoria ante el Betis y las sensaciones que nos provocó el partido

Escrito por Martes, 29 Marzo 2011

    Opinión."Ambos sabemos lo que acaba de pasar, ambos sabemos el sufrimiento y el trabajo que está costando mantener esto en pie, ambos sentimos que nuestra alegría es compartida, porque su victoria es la mía, la nuestra. A nuestro lado pasa otro héroe, ese al que le gusta salir del vestuario con alegría..."

    ¡Qué fácil es ser feliz!

    ¡Qué fácil es ser feliz! y que difícil nos lo quieren poner algunos. El domingo volví a sentirme parte activa de un sueño, de una ilusión, de un sentimiento, de uno de esos momentos sublimes que se mantienen para siempre, que nunca pasan. Uno recuerda el gol de Pachón, amigo no me olvido de ti ni de tu gol, en Cadiz o donde quiera que termines -seguro que no soy el único-, y me tiembla hasta el corazón. Lo del domingo tuvo un tinte muy similar a aquello. Estadio lleno, la ocasión lo merecía, el objetivo también. La afición enardecida y unida (gracias Teresa Rivero, creo que ha sido lo penúltimo bueno que has hecho por este equipo) y el escenario, el mejor del mundo. Pasen y vean, esto es Vallecas.

    El domingo hice el camino de bajada al estadio como siempre, con la ilusión en el corazón, absorbiendo todo el rayismo que había en el ambiente, saboreando cada segundo, cada milisegundo, como si fuera el último de una larga vida. De repente, me encontré con la sinrazón, el sinsentido y la vergüenza, me pregunté ¿por qué?, pero seguí mi camino pensando que dándoles la espalda se consigue más que dando fama y publicidad a unos pocos. No me representan.

    Y llegó el momento de la tensión. Miraba a mi alrededor y veía la ilusión de un niño observando su cartelón rojo, ensayando para elevarlo al cielo de Vallecas, preguntando a su padre para qué era aquella tarjeta roja que le habían dado al entrar. No te preocupes, chaval, algún día te lo explicarán mejor y llegarás a entenderlo. Hoy, disfruta, que nos lo merecemos. El estadio ruge como hacía mucho tiempo que no ocurría. En la grada se mezclan, béticos y vallecanos, ¿y qué?. La fiesta del fútbol está por encima de rencillas, enemistades, política... ¡asco de fútbol mal entendido!.

    El reloj corre, vuela. Se esfuma la primera mitad, el Rayo no marca, no ha jugado bien, pero da igual. Sigo disfrutando del momento, sigo pensando que el esfuerzo de kilómetros y kilómetros en Segunda B, que la ilusión y el sufrimiento de los últimos años en Segunda y que las ganas por alcanzar la mayor de las metas está ahí mismo, a la vuelta de la esquina, a falta de un gol.

    Sandoval se desespera en la banda, gesticula, vocifera, corrige, se mueve... Mel tampoco está tranquilo. Miro a mi alrededor y sigo viendo la misma ilusión, las mismas ganas. Algo tiene que pasar, esta gente se lo merece. Y entonces llega Piti y piensa "este momento es mío, este balón es mío, la gloria es para mí". Su rabia y su alegría es la nuestra, multiplicada por trece mil almas con sus bufandas al viento. Llegan los abrazos, la alegría, el momento que llevábamos tanto tiempo esperando. El Rayito vuelve a sentirse grande, enorme. Ese es mi momento. Me aislo y disfruto, observo y me emociono, imposible verlo mejor, en primera fila y me guardo el mejor momento de la noche para el final.

    Cuando acaba la fiesta, el ruido, el espectáculo, cuando todos se marchan para casa con el orgullo de sentirse vallecanos y rayistas, rayistas y vallecanos, me cruzo con uno de los héroes de mi Rayo y nos fundimos en un abrazo sincero. Ambos sabemos lo que acaba de pasar, ambos sabemos el sufrimiento y el trabajo que está costando mantener esto en pie, ambos sentimos que nuestra alegría es compartida, porque su victoria es la mía, la nuestra. A nuestro lado pasa otro héroe, ese al que gusta salir del vestuario con alegría o con pena, para disfrutar del silencio. Sandoval, gracias por hacernos soñar, gracias por lo que estáis haciendo. Lo sabes, ellos también, este equipo vale más que un liderato, que un ascenso o que unas nóminas incobrables. El Rayo está por encima de todo y, al final, la recompensa llegará, podéis estar seguros. Hoy sigo disfrutando de la alegría de ver a mi gente feliz.  


     

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